El pueblo que crece gracias a un hongo

El cultivo de la trufa negra ha permitido a Sarrión ganar población y que haya más niños.

Alicia Bertolí, recogiendo trufas con sus perros y uno de sus hijos, en Sarrión.
Alicia Bertolí, recogiendo trufas con sus perros y uno de sus hijos, en Sarrión.
A. B.

A las nueve de la mañana, Alicia Bertolín deja a sus dos hijos en el colegio de Sarrión y se va al campo con los perros a buscar trufa. "Mis padres ya vivían de la trufa y nosotros hemos seguido con el negocio. Es nuestro medio de vida y nos permite seguir viviendo en nuestro pueblo", afirma Alicia, truficultora de 41 años, madre de dos niños de 7 y 9.

Cuando la despoblación hace estragos en el medio rural aragonés, Sarrión y varios pueblos de su entorno son una excepción. El cultivo de la trufa ha crecido en los últimos años, se ha profesionalizado y ha contribuido a fijar población. También lo han hecho varias empresas del sector de la madera y conserveras.

Sarrión, considerada 'la capital de la trufa de España', tiene 1.125 habitantes (22% son extranjeros) y más de 3.000 hectáreas dedicadas a la trufa. Hay 77 niños menores de 4 años, 25 más que hace cinco años y casi el doble que hace una década, según datos del INE.

En el colegio estudian ahora 118 niños y la previsión es que en tres años lleguen a 133. Están terminando las obras de un edificio nuevo con dos aulas más. "Desde 2009, cada año vamos aumentando el número de alumnos. Las familias de la zona se quedan y han llegado inmigrantes a trabajar en las fábricas y el campo", señala la directora, Lidia Barea.

Una zona única en España

"La comarca de Gúdar-Javalambre es una zona única en España para la trufa, por su clima y por las características de la tierra. Antiguamente, la población recogía trufa silvestre. Cuando ésta comenzó a desaparecer, los recolectores se reconvirtieron en cultivadores de trufa, siguiendo el modelo francés. Y poco a poco comenzó su expansión. Ahora en la comarca hay entre 5.000 y 6.000 hectáreas dedicadas a la trufa", explica Julio Perales, presidente de la Asociación de Recolectores y Cultivadores de Trufa de la provincia de Teruel y de la Federación Española de Truficultores.

Ahora están en la campaña de recogida (de noviembre a marzo). "Nosotros tenemos una empresa familiar dedicada a la producción de plantas micorrizadas y a la venta de la trufa. Trabajamos cuatro de la familia y tenemos tres empleados. Unas quince familias del pueblo vivimos todo el año de la trufa. Y muchas más han cultivado sus campos y compaginan la trufa con otros trabajos o con su pensión. Además, las tiendas y restaurantes de la zona han incorporado la trufa a su oferta", explica Alicia, de Trufas Bertolín.

"Prácticamente toda la tierra de Sarrión está sembrada. La trufa le ha dado un gran impulso al pueblo. Somos conocidos en toda España. La gente se queda porque aquí hay trabajo y estamos bien ubicados, cerca de la autovía", afirma el alcalde, Jorge Redón, emigrante retornado. "En los años sesenta me fui con mis padres a Barcelona. Trabajé en una fábrica textil. Ahora estoy jubilado, volví al pueblo hace diez años y cultivo plantas truferas en los campos de mi familia", apunta.

Alicia pasea varias horas por el campo con sus perros, que le van indicando dónde se encuentran las trufas. Sus hijos le acompañan a veces cuando tienen fiesta en el colegio. Su marido también se dedica a la truficultura con sus padres. "Tal vez en el futuro nuestros hijos también se queden en el pueblo y puedan vivir la trufa", apunta.

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