Esta semana se reúnen en Zaragoza más de 400 expertos matemáticos en el congreso bienal de la RSME. ¿De qué van a hablar?

Finalmente, hay más de 550 congresistas. Intervienen personalidades que contarán sus últimos avances –entre ellos, un medalla Field, el equivalente al Nobel en Matemáticas–. El resto son 26 sesiones de temas específicos. Se intenta aunar a matemáticos españoles y extranjeros.

¿Qué novedad trae el congreso?

Es un éxito porque es el de mayor participación en la historia, y por las actividades paralelas. Hemos dejado de mirarnos a nosotros mismos para mostrar a la sociedad de lo que somos capaces. Con el concurso de microrrelatos, las mesas redondas sobre salidas profesionales o el papel de los profesores, queremos que la sociedad visualice que es una actividad que hacemos con la intención de ofrecer la multidimensionalidad de las matemáticas.

Pero se ven como el patito feo de las asignaturas aunque convivamos con ellas, ¿no?

Los bancos utilizan los datos sobre lo que gastamos para diseñar un patrón del consumidor. Eso es el análisis de datos. También están presentes en la modelización matemática, que busca patrones, por ejemplo, sobre el crecimiento de tumores. O en el control del tráfico: se miden los flujos internos y externos entre puntos ahí se encuentran las pautas para regular los semáforos.

¿Se animan los jóvenes a estudiar matemáticas con el desarrollo de nuevas tecnologías?

Notamos una tendencia creciente de estudiantes que antes iban a ingenierías, y por problemas laborales, se dirigen a las matemáticas. Es clave la gran oferta de dobles titulaciones. Nos dimos cuenta de que solo con las matemáticas no nos basta para atraer talento: tenemos que ofrecer una doble titulación que nos haga visibles en el mercado laboral. Matemáticas financieras o big data tienen muchas salidas hoy en día. El matemático es una persona a la que se le amuebla muy bien la cabeza para afrontar situaciones que requieren alternativas, flexibilidad, rapidez y capacidad de reacción.

Lleva un año al frente de la RSME. ¿Ha avanzado en su intención de atraer a más jóvenes y más mujeres a la investigación?

Vamos a presentar en este congreso un documento elaborado por jóvenes. Hay muchos que al terminar la tesis doctoral, dada la falta de oportunidades en España, se van a EE. UU. Una de las tareas de la RSME es conocerles, saber dónde están y que sigan vinculados con la matemática española. Y convencer a las autoridades de que tienen que volver.

Que puedan regresar.

Tenemos un grave problema generacional: la edad media de un catedrático es de 60 años. O recuperamos a estos chicos, o el sistema tendrá que empezar otra vez de cero. También incidimos en el reconocimiento, a través del premio Vicent Caselles, que destaca a seis estudiantes. El Ministerio de Economía tiene premios nacionales de investigación, pero hace 4 años que no se convocan. El último para matemáticas fue en 2011. En 2015 estaba prevista una convocatoria que no se hizo.

¿Estamos a tiempo de revertir la fuga de cerebros?

Evidentemente. Lo que pasa es que tenemos unas estructuras caducas y trasnochadas, como decía un comentarista deportivo (sonríe). Por ejemplo, si el instituto de matemáticas de Aragón pudiera contratar a jóvenes doctores que, después de 10 años investigando, pudieran volver a la universidad, sería estupendo. Pero hay trabas burocráticas muy potentes. Tenemos un problema serio de recursos humanos y lo tenemos que tener resuelto a 15 años vista. A corto plazo, el problema no tiene solución. El reto es que como sociedad tengamos incidencia en los que deciden, a nivel universitario, autonómico y nacional.

¿Y con las mujeres?

Intentamos que haya paridad en todos los órganos de dirección. Las mujeres tienen que romper el techo de cristal. Que una mujer no se corte, por ejemplo, a la hora de presentar su candidatura a alguno de los premios de la RSME, que es una de las tendencias que hemos observado. El fenómeno llamado tijera, que dice que la aportación de las mujeres decrece conforme se avanza en los estándares de la profesión, mientras en los hombres aumenta.

¿Qué aptitudes y actitudes hay que tener para estudiar matemáticas?

Para empezar, te tiene que gustar. Es una disciplina que requiere trabajo y esfuerzo, pero cualquier persona que lo intente puede aprender. Eso sí, hay algunas características: la curiosidad, intentar sacar algo diferente de las cosas, y tener pasión por descubrir. No limitarse a repetir lo que han hecho otros.

Otra de sus demandas es el aumento de la inversión.

Los beneficios están demostrados. En la estrategia de Lisboa en el año 2000 se habló de fijar un 3% del PIB en I+D+i. Luego bajaron las expectativas al 2%. Pero en nuestro país hemos pasado del 1,38% en 2007 al 1,23%. El problema no es que se retroceda, sino cómo recuperarlo. Todos los científicos pedimos que haya un pacto de Estado para que en 2020 se dedique un 2% del PIB. Es un proceso que garantiza estabilidad y éxito en el corto y medio plazo. Lamentablemente, hay gente que no quiere seguir estudiando, a pesar de tener capacidad, porque no hay estabilidad.