Pablo, una historia de esperanza que comenzó con 660 gramos de peso

Pablo es un prematuro extremo nacido en Zaragoza en la semana 24 de gestación. Acaba de cumplir dos años.

Beatriz Albiac, con sus dos hijos, Pablo (izquierda, prematuro extremo) y Álvaro.
Beatriz Albiac, con sus dos hijos, Pablo (izquierda, prematuro extremo) y Álvaro.
B. A.

Este fin de semana, en casa de Pablo celebran su cumpleaños. Todos los cumpleaños son únicos, pero este es uno muy especial. Pablo nació en la semana 24 de gestación y pesó 660 gramos. Es uno de los bebés más pequeños nacidos en Aragón en los últimos años. Ahora tiene dos años, va a la guardería y lleva una vida más o menos normal.


"El 12 de noviembre de 2014 nacieron mis hijos mellizos, Pablo y Ana. El pronóstico era muy malo. Nos dijeron que no iban a sobrevivir al parto. Ana murió dos días después y Pablo, tras muchas complicaciones, salió adelante. Estuvo 104 días ingresado, en la UCI y en neonatos. Le operaron del corazón y de los ojos. Pasó varias infecciones. El 24 de febrero salió del hospital", resume su madre unos meses de mucha preocupación y muchas emociones.


El temor acompaña siempre a la familia de un niño prematuro extremo. También la alegría con cada pequeño avance que en realidad es muy grande. Beatriz Albiac, zaragozana de 34 años, cuenta su historia y las experiencias compartidas con otras familias. Ella es la presidenta de la Asociación de Prematuros de Aragón (ARAPREM), creada en 2015 y que cuenta con 90 familias.


"Cada uno de nuestros hijos son unos campeones. Si algo he aprendido de ellos es a no rendirme. Tras la dura experiencia de estos años, pensé que quería hacer algo con todo lo vivido, acompañar a otros padres y sus hijos en el camino", reflexiona Beatriz, que además de presidir la asociación trabaja de administrativa. Tiene otro hijo (Álvaro, de 4 años) y anteriormente perdió a dos gemelos tras un aborto.


La prematuridad es un factor de riesgo para presentar problemas en el desarrollo. Cada caso es un mundo. Pablo y su familia viven el día a día con normalidad, y muchos controles médicos. Tiene bajo peso y retraso madurativo. Ha empezado a caminar y hablar hace poco. Su evolución se corresponde a un niño de 15 meses. "No tiene secuelas diagnosticadas, pero sí estamos en alerta", señala su madre.


El próximo curso a Pablo le tocaría empezar el colegio, pero sus padres ya han hablado con Educación para acogerse a una normativa reciente que permite retrasar un año la escolarización de los niños prematuros extremos.


"Hace dos años nos dieron un pronóstico muy negro y ahora celebramos su segundo cumpleaños. Pablo es un campeón. Queremos que su historia y la de otros niños prematuros se conozca para sensibilizar sobre su situación", reflexiona Beatriz.

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