"El purismo aleja al público de la jota. El futuro está en el mestizaje"

?Director del grupo de música folclórica Burearte y del festival internacional Festifalk, con sede en Alcalá de la Selva y que acaba de celebrar su XXIII edición con éxito de público.

Jesús Sánchez, con un buzuki y otros instrumentos folclóricos.
Jesús Sánchez, con un buzuki y otros instrumentos folclóricos.
a. g./b.

Tras 40 años de trabajo como folclorista en Teruel, ¿cómo definiría al folclore de la provincia?

Es muy rico y variado. La jota tiene una fuerza exagerada que ha eclipsado a otras manifestaciones como los fandangos, las albadas, los reinaos, los mayos o los dances. Hay mucho más que jotas.


¿Por influencia del folclore de las comunidades vecinas?

Las manifestaciones folclóricas no se ajustan a los límites fronterizos. Por ejemplo, los mayos de la sierra de Albarracín también se cantan en Murcia y en Castilla-La Mancha. No son exclusivos de aquí, y lo mismo ocurre con los fandangos o las seguidillas.


¿El folclore se puede actualizar o es cosa del pasado?

Anclar las expresiones musicales a los años en que surgieron es estancarlas, y todo tiene que evolucionar, como la vida. Tengo detractores por lo que hago, por actualizar. Cuando nació la jota en el siglo XIX, expresó el sentimiento del pueblo de ese momento. Poner al día la jota es cantar sobre hechos actuales e interpretarla como la siente la gente de hoy. Por mi convivencia con grupos folclóricos de otros países, me enriquezco con sus aportaciones y así llego a la fusión.


¿Qué le reprochan los puristas?

Me dicen que no hago jota tradicional, pero no quiero hacerla. Quiero reflejar el fenómeno de globalización que vivimos, también en el folclore.


¿El folclore gusta a públicos de todas las edades o es cosa de los abuelos?

Los espectáculos que ofrecemos con Burearte llenan las plazas de gente mayor, de edad mediana y de jóvenes, y no se mueven de allí durante las dos horas que duran. Pero igual tocamos congas, bandurrias, acordeones, dulzainas, el piano o unas maracas.


¿El purismo aleja al gran público?

La jota debe evolucionar y no encorsetarse. Algunos puristas cuando me escuchan interpretar una jota-cumbia me dicen que prostituyo el folclore, pero otras muchas personas la disfrutan y la bailan. Interpreto la jota como me lo pide el cuerpo y teniendo en cuenta otros muchos ritmos populares. Hay gente que va de purista y que se limita a imitar estilos de cantadores que crearon estilo en su día. Pero, ¿por qué no podemos crear hoy nuevos estilos?


¿Reinterpretar la jota atrae a públicos más jóvenes?

Lo hace. A la gente joven le gusta el baile más evolucionado, con más instrumentos y que transmita más alegría. Así llenamos las plazas durante dos horas, mientras que con un grupo de jota es difícil mantener la atención del público una hora.


¿Qué ha de hacer el folclore para ganar la batalla de los grandes medios de comunicación?

Ha de saber adaptarse a los tiempos actuales.


¿Siente envidia cuando ve las muchedumbres que asisten a los grandes festivales de música pop, como el FIB, Arenal Sound o Viña Rock?

No, porque son músicas distintas, aunque cuando actuamos llenamos las plazas de los pueblos. Cada cual tiene su público.


¿Cómo reaccionan en el extranjero ante el folclore turolense?

Suele gustar mucho, porque tiene mucha fuerza. Me sorprende la receptividad del público de otros países, pero creo que esa aceptación también responde a la mezcla que ofrecemos de jota con otras músicas populares muy conocidas. Solo interpretamos dos jotas clásicas y las mezclamos con la cumbia o el cha-cha-cha.


¿En el mestizaje está el futuro?

Por mi experiencia, sí.


Y, por su experiencia como organizador del único festival folclórico de la provincia, Festifalk, ¿cómo reaccionan los turolenses ante el folclore de otros países?

Les gusta, en parte porque los grupos han evolucionado mucho en los últimos años en sus coreografías y en su música.


¿Cuál es la clave de la pervivencia de Festifalk, el único festival que sobrevive en la provincia?

Hay dos claves: la constancia, con un trabajo de hormiga, y la modestia económica. Nuestro presupuesto nunca superó los 60.000 euros y ahora está en 36.000. También ha sido decisiva la colaboración altruista de todos los implicados en la organización.

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