Jorge Moradell: "Un juego popular aragonés puede estar en el origen del béisbol"

-Regular. Ha sido muy enriquecedor recuperar e investigar sobre los juegos y hemos logrado que estos juegos formen parte de los programas festivos de los pueblos, pero esta riqueza cultural sigue sin ser valorada. ¿A que sabe usted quién es Iñaki Perurena y no conoce el nombre del campeón de barra aragonesa?

-Perurena es el deportista vasco que levantaba piedras. El nombre del aragonés, lo confieso, lo desconozco.

-El récord lo tiene Antonio Morón, de Zaragoza, con 19 metros y 40 centímetros. En otros lugares, como ocurre en el País Vasco, los juegos tradicionales son una forma de reafirmación territorial. En Aragón, no acabamos de remar juntos en la misma dirección.

-¿A qué cree que se debe?

-Por dinero no será, que no hay, pero por personalismos, quizá. Además, con la jota parece que acaba el folclore aragonés, pero hay más manifestaciones culturales que merecen respeto, conservación y difusión.

-¿Cuántos juegos hay?

-Muchísimos. La morra, la estornija, guiñote, bolos, tiro de soga, canicas, lanzamiento de sacos, boinas o gallatas... La Asociación El Barrón recrea treinta. Hay uno, la calva, que tiene su historia. Un señor mayor me contó que un fraile de la localidad turolense de Villar del Salz que fue a Florida (Estados Unidos) en el siglo XVII enseñó a los naturales de allí a jugar con una pelota y algo así como un bate, y acabó siendo el béisbol.

-¡No me diga!

-Sí, con otra parafernalia, pero es el béisbol americano.

-¿Y cuántos pueblos han visitado?

-Habremos estado en doscientos. Hay modalidades de juego para toda la población y con un aspecto competitivo suave, que mucha gente prefiere. Se trata de divertir y de alimentar el buen rollito en los pueblos.

-¿Han logrado que niños y jóvenes jueguen a cosas de las de antes o esto es para románticos?

-En algunos pueblos, los niños sí copian esos juegos y luego se van al río o a la era a jugar. Pero la globalización hace que todos veamos las mismas películas y participemos de los mismos deportes de masas. Hay formas de diversión de antes que nos parecen más sanas que las de ahora. Los juegos tecnológicos monopolizan la diversión de los pequeños. Sería bueno que también jugaran con latas, tabas o peonzas.

-¿Pero cree que pueblos y ciudades tienen ahora espacios para estos juegos?

-Es cierto que llegó un momento en que las calles y las plazas ya no eran de tierra y no se podían practicar, pero estos juegos no necesitan grandes instalaciones. Pueden volver a conquistar espacios públicos.

-Y, dentro de la asociación, ¿hay relevo generacional?

-Pues no. De los 43 socios, solo siete tenemos menos de 60 años. Nos vamos cansando y no hay nadie que nos sustituya.

-¿Se sienten apoyados por la Administración?

-El único apoyo que hemos tenido es el de la Caja Rural de Teruel, que nos ayuda con la financiación. La DGA tiene una campaña con los campeonatos escolares que incluye los juegos tradicionales de Aragón, pero el apoyo está muy lejos de lo que, incluso, dice la ley general del deporte de Aragón. El apoyo debería ser mucho más decidido.

-Cuando van por los pueblos, ¿quién se arranca antes a participar en los juegos, niños o mayores?

-Al principio, los niños se apoderan de todo y los mayores están retraídos. Pero luego, los críos se cansan, se van, se rompe el hielo y los de más edad son quienes más disfrutan de algo que les recuerda su juventud. No obstante, es una gozada cuando abuelos y nietos participan juntos.

-¿Por qué desaparecieron los juegos tradicionales en Aragón?

-El éxodo rural y la población más urbana hicieron que algunas modalidades cayeran en desuso al considerarse algo anacrónico. Deben recuperarse.