-Ha protagonizado una de las escapadas del día aunque al final ha llegado en el puesto 69 con un tiempo de 6 horas y 7 minutos.

-Sí, al principio me he ido con otro ciclista que se ha empeñado que quería ir para adelante. Ha sido un poco más dura, pero también más tranquila porque hay menos caídas y menos sustos y bajas los puertos con menos riesgo.

-¿Así que ha tirado ‘obligado’?

-(Risas) La verdad es que pegaba bastante aire de cara y él estaba tirando muy fuerte, pero yo le daba los relevos en el llano.

-¿Dónde les han cazado?

-Hemos llegado solos hasta abajo del Marie Blanc. Allí nos ha cogido ya un grupito y luego nos han pasado todos por delante.

-Era su tercera participación en la Quebrantahuesos. ¿Ha conseguido mejorar su tiempo?

-La verdad es que no voy a por eso. Vengo a disfrutar de la marcha y a acabarla, porque con eso ya tenemos bastante.

-¿Qué le parece que una marcha así haya cumplido ya 25 años?

-El ambiente es muy bueno. Se vive como una fiesta y los participantes disfrutan del recorrido y de los puertos. Además, la gente viene con la familia por lo que no solo es bicicleta, también turismo. Y está muy bien organizada.

-Al no ser competitiva, la seña de la Quebrantahuesos es que cada uno se impone sus propio reto.

-Siempre está el gusanillo de picarte un poco porque todo el mundo quiere mejorar cada año. Aunque una cosa es la idea que llevas y luego lo que pasa, porque la carrera deja a cada uno en su sitio.

-¿Volverá otro año?

-Sí. Hay que hacer muchos kilómetros antes porque aquí tienes 200, pero si hace buen tiempo y andas, se puede venir a disfrutar.