La fragmentación de las listas y la mayor movilización acercan los comicios de mayo a los del 79

Algunos expertos ven similitudes entre las elecciones de mayo y las primeras municipales, celebradas en abril de 1979.

Un momento de las últimas elecciones municipales.
Un momento de las últimas elecciones municipales.
HERALDO

A medida que se acerca el 24 de mayo crece la expectación. A nadie se le escapa que las próximas elecciones municipales y autonómicas no van a ser unos comicios más. Las elecciones europeas de mayo de 2014 y las andaluzas de marzo constataron cambios entre el electorado y es lógico pensar que estos también se producirán en la cita electoral de mayo. Multitud de listas que provocan cierta confusión en el electorado, gran parte de la ciudadanía que quiere que su voto signifique un cambio (de partidos mayoritarios a los de nueva formación) y una mayor movilización son algunas de las claves que definen las próximas elecciones. Algunos expertos han visto en esta coyuntura un cierto reflejo de los primeros comicios que se celebraron en democracia, allá por 1979.


Alberto Sabio Alcutén, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza, ve algunas similitudes entre los procesos electorales de 1979 y de 2015. El grado de incertidumbre es alto en ambas convocatorias, apunta el profesor, que opina que la orientación del voto cambiar de medios urbanos a zonas rurales.


“Aun cuando fue UCD quien sumó más votos en toda España, el PSOE se hizo con el gobierno de las principales ciudades (Madrid con Enrique Tierno Galván, Barcelona con Narcís Serra, Zaragoza con Ramón Sáinz de Varanda…) por lo que casi el 70% de la población española quedó con administración socialista”, recuerda Sabio.


El profesor señala que este año, como hace 36, los pactos post-electorales serán importantes por el panorama de fragmentación política. “Sáinz de Varanda se convirtió en alcalde de Zaragoza tras pactar por la izquierda con el PCE y el PTE. Este pacto resultaba imprescindible para gobernar”, indica.


Pese a estas importantes similitudes, Sabio Alcutén también observa “sustanciales diferencias”, como que en el 79 hubo primero elecciones generales (1 de marzo) y después municipales y autonómicas (3 de abril) y en 2015 sucede al revés; que el miedo por involucrarse en política que pervivía aún en muchas zonas rurales aragonesas tras la Guerra Civil y después de casi 40 años de dictadura; la intensa actividad terrorista (ETA redobló su actividad en la antesala de las elecciones); o el hecho de que el voto entonces se planteó en términos de dictadura-democracia “para que los representantes y concejales dejasen de ser entendidos como delegados del poder central”.


“Hoy el gran reto pasa por profundizar en nuestra democracia, por convertirla en más representativa y participativa, en suma por mejorar la calidad de nuestras instituciones. Y esto lo piensan, o deberían pensarlo, tanto quienes apuestan por un nuevo ‘proceso constituyente’ como por quienes optan por un ‘proceso reconstituyente’”, observa el profesor.


Lucha e inconformismo frente a poder y colocación


Emilio Gastón, político y abogado que fue Justicia de Aragón, recuerda bien las primeras elecciones de la etapa democrática. Gastón fue uno de los fundadores del Partido Socialista de Aragón (PSA). Los comicios del 1979 fueron el culmen a muchos años de trabajo político en la clandestinidad.


“Los partidos entonces estaban configurados en la lucha, formados por gente que se definía por el inconformismo. En el 79 se hacía una política de rebeldía y resistencia”, reflexiona Gastón, quien señala que había tanto interés en entrar en una democracia que todo lo demás era secundario. Hoy todo eso ha quedado atrás.


“Ahora hay que cambiar una democracia por otra: antes había que crearla”, sintetiza el ex Justicia de Aragón, que valora que los ciudadanos quieren seguir teniendo partidos políticos “pero más cercanos y más coherentes. Los partidos y el poder no han de ser agencias de colocación”.


En las primeras elecciones municipales de la democracia, celebradas en abril de 1979, los aragoneses con derecho a voto tuvieron que elegir entre multitud de listas: una dificultad añadida para ejercer una libertad recién adquirida. Este año parece que la ‘ensalada de listas’ se repetirá y, aunque nadie duda de la madurez de una ciudadanía ya curtida en votaciones, hay un sector de la población que se muestra confusa ante tantos nuevos partidos, plataformas y coaliciones.


Pero la posible confusión no hará mella en la participación, según los primeros datos. Javier Miravete, propietario de la empresa A+M Investigación y Comunicación especializada en sondeos de opinión entre otros campos, apunta que advierte una mayor movilización en el electorado aragonés de cara a los comicios de mayo. “El voto joven, que tradicionalmente es bajo, apunta una subida”, indica Miravete, que avanza que la participación en Aragón podría crecer varios puntos.


Nuevos líderes, ¿nueva política?


Las elecciones europeas de mayo de 2014 y las andaluzas han demostrado que el desencanto del electorado con los partidos tradicionales, muy desgastados por la crisis económica y por escandalosos casos de corrupción. Pero este descontento no ha logrado alejar a los ciudadanos de la política, sino que les ha movilizado más y han sido los partidos de nueva formación los que han logrado hacerse con su voto. Además, la política se ha colado de lleno en el día a día. No hay día de la semana sin tertulias o programas de análisis político en la televisión, a casi cualquier hora del día.


Emilio Gastón reconoce este fenómeno pero advierte que una cosa son las afinidades y simpatías del electorado con esos nuevos líderes y otra que les otorgue su voto. “La gente tiene ganas de expresarse pero muchos no votarán hasta que vean si los cambios que prometen los nuevos líderes son ciertos o no”, señala. Sobre los nuevos líderes como Pablo Iglesias y Albert Rivera opina que “indudablemente tienen más experiencia democrática pero quizás están menos preparados para la lucha”.


“No se trata de glorificar hasta el ridículo el proceso de transición por su carácter modélico pero tampoco de condenar sin paliativos a los infiernos al tránsito de la dictadura a la democracia”, reflexiona el profesor Alberto Sabio, que añade “no se puede responsabilizar a la Transición de todos nuestros males políticos”.


“Las democracias están sometidas a la intemperie y corren riesgos de oxidación, lo que exige un cuidado y mantenimiento permanente pero el modelo constitucional de 1978, convenientemente reformado y actualizado, aún puede tener recorrido”, opina el profesor.