Ordesa amplía su capacidad a 3.675 visitas al día con el nuevo plan rector tras 3 años de trámites

También cambia la normativa de acampada nocturna y se dota de la máxima protección a todo el subsuelo.

El Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido intenta mantener el equilibrio entre la conservación y el uso público. Si por una parte, va a duplicar las zonas de reserva, es decir, aquellas cerradas a los visitantes a las que solo se puede acceder con fines científicos o de gestión; por otra, los lugares tradicionales de excursión, como la pradera de Ordesa, amplían el cupo diario para permitir la entrada simultánea de 3.675 personas, en lugar de las 2.975 establecidas hasta ahora.


Son algunas de las novedades del Plan Rector de Uso y Gestión (PRUG) que aprobará por decreto el Consejo de Gobierno después de Semana Santa y que actualiza el de 1995. Este tenía una vigencia de cinco años, pero han pasado 20. El documento define las líneas de gestión para la próxima década y regula los usos turísticos, recreativos, deportivos, educativos y científicos, así como los aprovechamientos tradicionales y el tráfico de personas y vehículos en las 15.696 hectáreas del Parque y las 19.196 de la Zona Periférica de Protección, que por primera vez se incluye en el plan. Su director, Manuel Montes, valora el "largo proceso de participación" a lo largo de tres años de trámites, con un periodo de información pública y consultas a las administraciones afectadas.


El nuevo plan mantiene las limitaciones en cuanto a las visitas, pero para tener un mayor aprovechamiento público amplía un 20% la capacidad de acogida. En el sector Ordesa será de 1.800 personas simultáneamente (300 más que antes); en Añisclo, 650 (150 más); en Escuaín, 325 (se mantiene); y en Pineta, 900 (250 más). El control se hará con el tipo de accesos que ya funcionan: el transporte en autobús desde Torla a la pradera de Ordesa y la regulación de la circulación en la carretera de Añisclo, ambos en fechas punta como estos días. Según el plan rector, "el acceso a pie a algunos sectores del interior se podrá limitar si se supera la capacidad de acogida", una decisión "excepcional" que solo podrá adoptarse los días de máxima afluencia y "si se considera que el número excesivo de senderistas puede suponer un peligro de degradación de los valores naturales".


Otro de los cambios se refiere a la normativa de acampada, y concretamente a la cota a partir de la cual se permite el vivac o acampada nocturna, fijada en 2.500 metros en Ordesa, 1.650 en Añisclo, 1.800 en Escuaín y 2.550 en Pineta. La excepción es el entorno de Góriz, con un cupo de 50 personas siempre que el aforo del refugio esté completo.


Por otra parte, el anterior plan estableció cuatro zonas de reserva, es decir, sin ningún tipo de uso público. El actual las amplía a siete: la Umbría de Ordesa, la garganta de Escuaín, Marboré-Astazu, la Ribereta de la Catuarta, Planeta de Millaris, Arrablo y, la principal novedad, el subsuelo del Parque Nacional, "para proteger la naturaleza y los procesos geomorfológicos del macizo de Monte Perdido".800 ha de máxima protección


Las primeras ocupan 800 hectáreas y la última se extiende bajo toda la superficie del parque. En ellas se evitará la influencia humana y está prohibido cualquier aprovechamiento, al ser áreas que requieren la máxima protección "por su rareza, fragilidad, diversidad e interés científico", con presencia de especies amenazadas. Hay masas de bosques maduros, barrancos y gargantas donde nidifican rapaces o existen frágiles poblaciones de anfibios.


La zonificación establece además lugares de uso restringido (14.773 ha), la mayor parte, con un disfrute limitado y acceso peatonal; y de uso moderado (115 ha), con mayor capacidad de acogida, como la pradera de Ordesa o la zona de acampada de Góriz. Por último, en las zonas especiales (6 ha) se ubican edificios, refugios, ermitas o carreteras, con acceso público libre.


El plan establece asimismo un programa de actuaciones, "una estrategia de acción en cascada", algunas sencillas, como el cierre de la cueva de Los Moros, y otras más ambiciosas, entre ellas completar el sistema de depuración de aguas residuales de todas las instalaciones, redactar un plan de ordenación del pastoralismo, atenuar la contaminación lumínica o diseñar el denominado ‘Mirador del silencio’, una instalación que permita gozar de la serenidad de un paisaje de montaña, uno de los atractivos que busca el visitante cuando se acerca a Ordesa.