El 70% del trabajo en el campo recae en el núcleo familiar

Las organizaciones agrarias reclaman al Ministerio una Ley de Agricultura Familiar que contemple mejor estas explotaciones.

El 70% del trabajo en el campo recae en el núcleo familiar
El 70% del trabajo en el campo recae en el núcleo familiar
RAFAEL GOBANTES

El campo se ha profesionalizado enormemente en los últimos años, pero su trabajo diario sigue cayendo en la mayoría de casos en las mismas manos. Las explotaciones familiares siguen siendo a día de hoy el principal productor de alimentos en el sector primario español. Según los datos de un estudio adelantado por el Ministerio de Agricultura, de estas explotaciones se obtiene un 63% de la producción agraria española y cada vez “están más profesionalizadas”, rompiéndose el habitual lazo entre propiedad y la gestión de las explotaciones.


Sin embargo, el peso de la mano de obra familiar supone aún el principal aspecto de estas explotaciones, ligadas en su mayoría al territorio y que en Aragón las organizaciones agrarias reclaman como “fundamentales” para fijar población en las regiones con menos población.


En concreto, en Aragón hasta un 70% del las unidades de trabajo en el campo corresponden al empleo familiar, según los datos del Magrama, algo que no evita que sean también estas explotaciones las que contraten la mayor parte de los 15.000 empleos temporales que se crean cada verano en sector primario aragonés durante la campaña de recogida. “Son la inmensa mayoría de las explotaciones, y creemos que hay que cuidarlas porque generan la mayor parte de los alimentos que consumimos”, señala José Manuel Roche, secretario General de la Unión de Pequeños Agricultores de Aragón, una de las organizaciones que componen el Comité Español del Año Internacional de la Agricultura Familiar, que culminó a principios de febrero con la firma de un memorándum y la petición al Ministerio de una nueva Ley que contemple de mejor forma a estas explotaciones y facilite su gestión.


“Lo que se busca es identificar bien el tipo de agricultura familiar, no tanto desde el punto de vista económico, sino como vertebradora del territorio, al igual que se hace en otros países donde se ha conseguido adaptar varias normativas europeas, en ocasiones demasiado burocratizadas, al ámbito de las explotaciones más pequeñas, que en el caso de España y Aragón son alrededor del 90% del total”, señala Roche, poniendo como ejemplo que para acceder a las ayudas de la PAC se marcan los mismos criterios para un gran productor que para una explotación más artesanal.El papel de las mujeres en el campo, otro caballo de batalla


Otro de los puntos sobre los que se cimentan estas peticiones es el reconocimiento de la mujer en el sector primario. “Siempre se ha considerado a la mujer una ayudante y no un trabajador más en el campo”, explica Isabel Lisa, representante del área de mujeres de la Uaga y productora vitivinícola en el Somontano. Hace unos años, en 2012, la puesta en marcha de la Ley de Titularidad compartida pareció abrir una nueva puerta al campo para las mujeres. Esta norma nacía con el objetivo de dar visibilidad y legalizar la situación de muchas mujeres que trabajan en las explotaciones de su familia, reconociendo su derecho a la jubilación y también su obligación a cotizar. “Antes de esta norma lo único que se podía hacer era dividir la explotación en dos para que la mujer fuera la titular de una parte, lo que en campos muy pequeños es inviable”.


Sin embargo, dos años después de la puesta en marcha de esta iniciativa solo habían sido seis las mujeres aragonesas que se habían acogido a ella. La carga de cotizar en el régimen agrario, la llegada tardía de la norma para muchas mujeres a las que pese a darse de alta ya no les daba tiempo a trabajar los años necesarios para conseguir una jubilación, y la baja difusión de esta posibilidad, dejaron la ley en un “acto simbólico”. “Fue un reconocimiento importante para la mujer en el campo pero que no ha tenido eficacia en su aspecto práctico”, comenta Lisa, quien no obstante sí que señala que en la actualidad el peso de la mujer está ganado fuerza en las tareas agrícolas.


Prueba de ello es que en un lapso de seis años, de 2007 a 2013, el número de cónyuges femeninas registradas como jefes de explotación ha pasado de 243 a 450. “Las nuevas parejas que en este tiempo han empezado a trabajar en el sector primario están cambiando la concepción que había de las mujeres. Cada uno tiene su puesto de trabajo dentro de la explotación, cotiza como tal, y por lo tanto se previene cualquier problema que se pueda dar si se rompe la pareja o surge cualquier problema”, señala Lisa, quien cree que esta es la imagen por la que se debe apostar en el futuro, “una imagen acorde con el trabajo en el campo en la actualidad, mucho más moderna y en la que las mujeres tienen cabida de sobra”.