​El clima en Aragón, de las chancletas al abrigo

Los meteorólogos de Aragón TV abordan en un libro divulgativo las singularidad climática de la Comunidad y la fenología asociada a cada estación

​El clima en Aragón, de las chancletas al abrigo
​El clima en Aragón, de las chancletas al abrigo

Por si los espectadores aún no habían reparado en ello, ser presentador del tiempo en Aragón es mucho más complejo que serlo por ejemplo, en Galicia. Y es que "Aragón es una tierra muy rica y muy de extremos. Hacer el tiempo aquí es muy complicado, pero a la vez apasionante, porque nos encanta", dice la presentadora del espacio del tiempo en Aragón Televisión Eva Berlanga.


Y por eso que es de extremos, si algo caracteriza esta tierra es que pasamos de las chancletas al abrigo en pocos días, vamos, que apenas hay entretiempo debido a la alta continentalidad del clima, lo que se ha reflejado en el refranero popular con dichos como el de "tres meses de infierno, nueve de invierno". Estos son algunos aspectos que se explican en "El tiempo y el clima en Aragón al alcance de todos" escrito por los presentadores de la sección en Aragón Televisión, Eduardo Lolumo, Eva Berlanga y David Fernández.


Y es que en Aragón más bien hay que hablar de "climas" puesto que, salvo el marítimo, se puede afirmar que se dan todos los climas posibles de estas latitudes, una variedad que deja su impronta en la diversidad de paisajes y costumbres. "Tenemos un clima muy variado principalmente por la orografía, de manera que de un clima de montaña en el Pirineo, pasamos en pocos kilómetros a un clima seco y semirarido y con contrastes de temperatura muy marcados, con veranos que pueden pasar de los 40 grados a inviernos muy fríos", comenta David Fernández.

Riqueza léxica

Con un lenguaje sencillo, la publicación aborda la terminología básica que se maneja en meteorología, como la borrasca, el anticiclón o la diferencia, no siempre tan evidente, entre tiempo y clima.


Y también, la preciosa riqueza léxica de los aragoneses a la hora de referirnos a los fenómenos meteorológicos, como la niebla engelante, conocida como cencellada o dorondón, o los carámbanos de hielo que aparecen en las frías madrugadas y que, pueden ser conocidos como churros, lamparones, churlitos, chuzos o candelones en distintas comarcas.


También la niebla es boira en algunas zonas de Huesca y cegallosa en Fraga, o los chaparrones o aguaceros pueden se andalozios, algarazos o también puede caer una buena 'rujada'. "La gente nos envía muchas cosas y nos informa de vocablos propios de comarcas y valles, y toda esa información la hemos querido recoger en el libro", apunta Berlanga, quien subraya el papel de los colaboradores en el espacio del tiempo que envían fotografías y datos e información excepcional de pueblos como Tolba, Larués o Valpamas.


"Es gente amateur que tienen sus pequeñas estaciones meteorológicas y que recogen día a día esos datos y nos los envían desinteresadamente, unos datos que no tiene la CHE o la Agencia Estatal de Meteorología y que de otra manera no los podríamos dar", explica la meteoróloga. Datos de colaboradores y de diversas fuentes no oficiales y una selección de esas fotografías enviadas por espectadores enriquecen el libro que publican.

-30 grados en Calamocha

Además de la propia evolución del tiempo en Aragón a lo largo del año, la publicación explica cómo afecta a la vida humana y a los ciclos biológicos de cada estación. Así, con el otoño aragonés, cuando el frente polar con su rosario de borrascas desciende hasta nuestras latitudes, además del descenso de las temperaturas, el aumento de las precipitaciones y los primeros cierzos, llega la siembra, la vendimia o la trashumancia, los bosques cambian de color y las aves, entre ellas miles de grullas, surcan los cielos en busca de climas más benignos.


El invierno en Aragón es una estación larga. Existe la creencia de que Calamocha es el lugar más frío de la Comunidad - en el año 63 se registraron -30 grados, los mismos que alcanzó Sabiñánigo, según publicó la prensa de la época, en la ola de frío de tres semanas de temperaturas heladoras que se vivió en el año 1956-, si bien las cumbres pirenaicas y algunos valles registran mínimas heladoras.


La esperada primavera iguala los días y las noches y trae el mes más lluvioso del año, mayo, tanto por número de días como por número medio de precipitaciones, aunque esta estación sigue siendo un reto para los hombres y mujeres del tiempo dado que sigue habiendo mucha inestabilidad - "En marzo, ni dos horas la veleta quieta", dice el refrán-. Y también en esta época existen riesgos climáticos de sobra conocidos como los aludes y las avenidas provocadas por los deshielos y las abundantes precipitaciones que suelen acumularse en las cabeceras de los ríos. El libro recoge algunas históricas en los últimos siglos, como la del año 1961, que creó el Galacho de Juslibol.

El horno de Aragón

La llegada del verano se plaga de celebraciones y ritos de agua y fuego, como en la Noche de San Juan, cuando se puede observar la figura de una mujer musulmana que se perdió en las montañas en la bella Basa de la Mora, según la tradición. La estación más esperada para muchos porque significa descanso vacacional, bien distinto que años atrás ("Dice junio al jornalero: Ya dormirás en enero"), y que en Aragón se caracteriza por el predominio de días calurosos y secos que se suceden sin interrupción y, como singularidad, por terminar muchos de estos días en fenómenos tormentosos.


"Aquí se produce una fuerte insolación y tenemos una orografía que favorece la formación de tormentas, sobre todo en el sistema ibérico turolense", explica David Fernández, fenómenos que cuando llevan gran aparato eléctrico y se dan en zonas secas implican alto grado de incendios.


Las temperaturas más altas de la Comunidad se han localizado en el llamado horno de Aragón, el triángulo definido entre las localidades de Caspe, Fraga y Mazaleón, zona que registra las máximas temperaturas medias mensuales y valores absolutos. El 7 del julio de 1982 en Maella alcanzaron los 49 grados.