116 minutos para conseguir pistas

El doctor Valdizán propuso realizar la prueba P300 en el caso de la mujer descuartizada en Ricla.

Equipo que realiza la prueba P300
116 minutos para conseguir pistas de un crimen

Bucear en la memoria de una persona es posible con la prueba P300. Lo sabe bien el neurofisiólogo José Ramón Valdizán, que desde hace 19 años utiliza para diagnosticar casos de déficit de atención. Sin embargo, también se puede aplicar a casos como el de la desaparición de Pilar Cebrián.


La prueba P300 consiste en el análisis de una onda que recibe este nombre y que aparece en un encefalografía cuando el sujeto reconoce un estímulo, ya sea una imagen o un sonido. No hace falta siquiera que la persona sea consciente del recuerdo, por lo que además no lo puede falsear voluntariamente.


En dos sesiones de 116 minutos se aplicó este método el pasado 18 de diciembre para intentar averiguar dónde se encuentra su cadáver, una prueba que nunca se había realizado en España en un caso policial. Las conclusiones ya han sido extraídas y se trasladarán al juez la próxima semana.


Para poder realizar esta prueba se coloca al sujeto en una sala, con electrodos en su cabeza que transmitan la encefalografía a un monitor. En el caso de Antonio Losilla, el presunto asesino de Pilar Cebrián, se encontraba acompañado además de una enfermera y de un policía.


Los estímulos, tanto sonoros como visuales se suceden de forma repetida, de manera que se pueda comprobar sin fallos que los reconoce porque los haya visto o escuchado antes. Estos generan la onda P300B, mientras que los desconocidos producen la P300A. "Por ejemplo, si vamos por la calle y oímos un frenazo se genera una onda P300B, porque es un sonido que conocemos pero que no es frecuente y por lo tanto es relevante", indica José Ramón Valdizán.


Los datos se comprueban para observar si su distribución es normal y se establecen percentiles, una escala de interés. Cuando este percentil se repite se empareja con una imagen o sonido a los que corresponde el aumento de interés. En una sala diferente se encontraba el doctor, con tres monitores en los que podía observar el registro de la encefalografía, la cara del sujeto y el estímulo que estaba recibiendo.


La idea de utilizar este sistema fue del propio doctor Valdizán. "Como todo profesional, estoy al tanto de las novedades y sabía de su uso en Estados Unidos desde 1999", explica. No es el único país que utiliza esta prueba para hacer aflorar recuerdos, ya que "se analizan unos 5.000 casos al año en Japón".


El neurólogo aragonés conocía a la psicóloga forense destinada en el caso de Pilar Cebrián y le propuso realizar la prueba. "Hicimos varios ensayos y vimos que funcionaba", explica. En cualquier caso, Valdizán puntualiza que no sirve como prueba judicial, sino que se trata de una herramienta para la policía, para que se puedan recabar datos, por ejemplo sobre la localización de un cadáver.


La prueba se realizó en el Hospital Miguel Servet, aunque Valdizán asegura que se podría realizar también en el Lozano Blesa o en la Clínica Montpellier. Solo se necesitan dos salas, los monitores y un aparato que realice el registro neurofisiológico, según apunta el experto.


Año y medio de búsqueda


Pilar Cebrián desapareció en abril de 2012. En octubre de ese año se detuvo a su marido, Antonio Losilla, como presunto autor de su muerte tras encontrar un cuerpo descuartizado. El cadáver pertenecía en realidad a Vanesa Barrado, una joven de 27 años de Cadrete.


Sin embargo, Losilla permaneció como sospechoso, a pesar de no haberse encontrado el cuerpo de su esposa. Este es el principal objetivo de la prueba que se realizó el pasado mes de diciembre.