¿Donde cursó su formación y cuánto tiempo lleva de experiencia?Estudie la carrera de medicina en Paraguay y, actualmente, estoy en cuarto año de residencia en Oftalmología, en el Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa.

¿Cuándo y por qué decidió colaborar con Ilumináfrica?Tras el examen del MIR, cuando investigaba sobre los hospitales que podría elegir para hacer la residencia, me comentaron que en el Clínico de Zaragoza había un grupo de oftalmólogos que anualmente iban a El Chad a brindar atención oftalmológica. Esto me generó mucha curiosidad y admiración por unas personas que ni siquiera conocía entonces y que ahora que conozco estoy muy orgullosa de ellos y de todo lo que hacen.

¿Y sintió la necesidad de colaborar con ellos?Desde entonces, y a medida que iba conociendo más sobre Iluminafrica, sentí la necesidad de participar, y cada vez estaba más convencida de que no podía estar ajena al gran trabajo que hacen allí mis compañeros, tratando de compartir con el prójimo aunque fuera solo un poco de todo lo bueno que la vida nos da, y hacerlo desde la profesión que estoy abrazando. Evitarle la ceguera a una persona, no solo implica a esa persona, sino que trasciende al futuro de un hijo o una familia entera.

¿Cómo se siente ahora que va a viajar con ellos?
Ahora que voy a ser parte de esta experiencia estoy muy entusiasmada y, sobre todo, agradecida por poder formar parte de esto.

¿Qué es lo que espera aportar con su experiencia?Tengo la experiencia de estos años de formación, que no son muchos, pero en los que he puesto todo mi esmero por aprender, por lo que considero que son valiosos. Si hay algo en lo que pueda mejorar la calidad de vida de estas personas, lo haré con todo el corazón, de la mejor manera que pueda. 

¿Le han contado sus compañeros lo que puede encontrarse?En algunas ocasiones, la realidad que los voluntarios encuentran en El Chad es mucho más dura de lo que se han imaginado a la hora de programar el viaje. La medicina te permite encontrarte con realidades duras a diario, muy duras, muchas veces. Incluso, en algunos casos, las circunstancias más penosas de la vida. Pero encontrarse con gente en estas circunstancias, que no tienen absolutamente nada para hacerles frente, debe de ser uno de los escenarios más desoladores para cualquier médico. En cuanto al ritmo y las condiciones de trabajo, mis compañeros me han explicado que, al final del día, uno acaba inevitablemente agotado. Hay que acostumbrarse a las pastillas potabilizadoras de agua, a protegerse constantemente de los insectos vectores de enfermedades y a elegir los alimentos seguros para el consumo. Todo esto hace que la jornada de trabajo sea mucho más desafiante de lo que estamos acostumbrados.

¿Qué puede ofrecerles desde el punto de vista personal?Mi sincero interés por hacer su vida algo mejor y el compromiso de ayudar a mantener vigente esta causa, con la que empatizo especialmente, ya que la mayor parte de mi formación como médica la he adquirido en mi país de origen, donde las dificultades económicas son importantes y uno diariamente se ve obligado a apañar cosas que parecen casi imposibles.