Por
  • Carlos Ferrer Benimeli

Te amo (y otras ‘galicursiladas’)

Te amo (y otras ‘galicursiladas’)
Te amo (y otras ‘galicursiladas’)
Pixabay

Hace poco dediqué en este mismo diario un artículo a la palabra ‘maridar’ en el actual lenguaje gastronómico. Como dice un buen amigo, el habla que suena a francés se ha convertido para algunos en algo distinguido, elitista, elegante y glamuroso. 

Pero del afrancesamiento a lo cursi no hay más que un paso y por ello la propia Real Academia Española inventó el vocablo ‘galicursi’: "Dicho del lenguaje, caracterizado por el uso de frecuentes galicismos por afectación de elegancia". Comentaré algo al respecto.

A Francia se le considera empalagosamente ‘el país del amor’ (y a París, ‘la ciudad del amor’). Los franceses sólo tienen el verbo ‘aimer’ para lo que en España tenemos tres verbos: amar, querer y gustar. Los franceses ‘aiment’ a su madre, el cine o la naturaleza. Pero, en el español actual de España, decirle ‘te amo’ a tu madre es una cursilada como la copa de un pino, porque aquí, por lo que sea y desde hace tiempo, a la madre le decimos ‘te quiero’. Y también decir ‘amo’ el cine o la naturaleza es otra solemne cursilada, porque aquí, por lo que sea y desde hace tiempo, el cine o la naturaleza nos ‘gustan’ (o no). El verbo ‘amar’ lo hemos relegado, en principio, a la literatura y, en especial, a la poesía. Ni siquiera a finales de los años sesenta, cuando escuchábamos en la clandestinidad, porque en España estaba prohibida, la canción ‘Je t’aime, moi non plus’ de Serge Gainsbourg y Jane Birkin, una canción que ‘nos ponía’, como casi todo lo francés, nos dio por incorporar el ‘te amo’ a nuestro vocabulario.

Muchas personas, algunas del ámbito artístico y otras adictas a las redes sociales, caen en la afectación de adoptar palabras y expresiones francesas como si resultaran elegantes

Ahora se empieza a oír ‘te amo’ entre los pijos jóvenes, adictos a las redes sociales, por donde circulan traducciones literales de otros idiomas, auténticas cursiladas que saltan de móvil a móvil. Un clásico en este sentido es el ‘te amo hasta el infinito y más allá’, algo estomagante y merecedor de severo castigo. Y también entre el artisteo se empieza a oír ‘te amo’ como signo hortera de impostada cultura.

Siguiendo con el amor, hace ya demasiado tiempo que penetró por la frontera pirenaica, y sin resistencia patriótica alguna, lo de ‘faire l’amour’, traducido literalmente por ‘hacer el amor’, una expresión que, además de cursi, es una construcción incorrecta porque el amor es un sentimiento y, por tanto, el amor ‘se siente’, no ‘se hace’. En España nos sobraban sinónimos de ‘copular’ y si se quería huir de lo zafio ya teníamos lo de ‘acostarse’, algo blandito también, pero al menos avalado por el bíblico ‘yacer’.

En realidad, son cursilerías que afean el lenguaje y resultan innecesarias en español

Belle’ es otra palabra francesa que en España hay que traducir con sumo cuidado porque decir, en el español actual de España, que una mujer o una pulsera son ‘bellas’ suena muy cursi: aquí las mujeres son ‘guapas’ y las pulseras, ‘bonitas’. El título de la película francesa de Buñuel, también prohibida en su día en España, ‘Belle de jour’ no se tradujo al español (‘Bella de día’) para evitar cursilerías y porque no se hubiera entendido. En francés ‘belle de nuit’ (bella de noche) es una manera muy francesa de decir ‘prostituta’. Y en el filme de Buñuel, una señora de clase alta curaba sus frustraciones prostituyéndose de día.

Si empiezo a oír en España llamar ‘bellas de noche’ a las prostitutas me exilaré a Francia. Siempre es mejor el original que las imitaciones.

Carlos Ferrer Benimeli es profesor jubilado de la Universidad de Zaragoza. Este artículo es un extracto de su libro ‘Topicazos, Gracietas y Cursiladas. Las gilipolleces nos invaden’ (Amazon)

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