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Oviedo-Real Zaragoza: jugando con fuego

El Zaragoza precisa en Oviedo de un triunfo que le acerque la salvación y le permita cerrar el curso con tranquilidad.

fotografo: Guillermo Mestre [[[PREVISIONES HA]]] tema: Entrenamiento del Real Zaragoza
Entrenamiento del Real Zaragoza
Guillermo Mestre

Al Zaragoza se le ha atragantado la temporada como un hueso mal masticado y pena ahora de campo en campo buscando los puntos que le den el oxígeno, la vida, la respiración serena y tranquila de quien ha sufrido el miedo. Y el Zaragoza ahora lo tiene. Visita a Oviedo mientras observa crecer las llamas del descenso a Primera RFEF. Sus cinco puntos de renta son un extintor que ofrece cierta seguridad, pero del que no se sabe si al final será suficiente para apagar la brasas sobre las que ahora camina un equipo que no está preparado, ni deportiva, ni física ni emocionalmente, para gestionar una situación de máxima alerta y emergencia: o el Zaragoza gana tranquilidad cuanto antes, o suma una victoria más pronto que tarde, o el peligro le subirá por las piernas a toda velocidad.

Por eso, la cita del Carlos Tartiere contiene toda la trascendencia que, a primera vista, parece no tener. No es cuestión de que el Zaragoza necesite esos puntos que le acerquen la salvación matemática, es que los necesita ya. Aplazar la permanencia equivale a acercarse a la tragedia. A más días de espera, más peligro envuelve a la situación. Víctor Fernández, el entrenador que se puso en disposición porque veía esa amenaza controlada y porque aseguró que la plantilla tenía unas hechuras de las que ahora no oculta sus dudas, es quien mejor conoce el rumbo que puede tomar la cosa si no se gana un partido rápido. Hay temores. Víctor está preocupado y se observa en sus discursos y compostura, en la que se echa en falta la energía y convicción de otras veces.

El rival de este fin de semana no parece el más indicado, aunque en esta Segunda División sin clases, indescifrable y caótica cualquier pronóstico pende de un hilo. El Oviedo es quinto clasificado, tiene la oportunidad de dar un salto de gigante para garantizarse plaza de promoción, o incluso de seguir aspirando al billete directo. Es un equipo que al Zaragoza le puede servir de lección: configuró una plantilla de nivel, con buenos y notables jugadores para la categoría, apoyado por el sustento del grupo mexicano Pachuca. Un caso de sinergias e inversiones ajenas similar al aragonés. Sin embargo, ese proyecto se puso en manos de un entrenador, Álvaro Cervera, con ideas, filosofía y modelos incoherentes con los diseñado en los despachos. La misión falló y se reclutó a un entrenador, Luis Carrión, acorde a esa fisonomía. Es decir, se le dio sentido de proyecto a la decisión. En el Zaragoza, todo eso ha fallado. La política deportiva, si la hay, cojea por todos los lados, como si no fuera lo principal para la propiedad. Aquí está el resultado de esa ausencia de proyecto: un fracaso que cobra forma mientras la temporada toca a su final.

El Oviedo espera con la ciudad carbayona pletórica. Se espera una entrada importante en el Carlos Tartiere, a la altura de lo que tienen en juego. El Zaragoza se adentrará en esa olla con la expectativa de reencontrarse tras la derrota con el Burgos y hacer buenos los puntos fuertes sobre los que había crecido contra Huesca y Leganés. Sobre todo, deberá compensarse tácticamente, consolidarse, medir mejor los riesgos y exponerse menos en defensa en su visceral y arremolinada busca de gol. Esa es ahora la misión de Víctor.

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