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Muere Berta Lombán, pintora, rapsoda y musa de poetas: una gallega que amó y sintió Aragón

La artista se sentía pintora expresionista y de color, frecuentó a los autores del Niké y deja una huella de bondad, alegría y sentido de la amistad

Berta Lombán, pintora, lectora y rapsoda de poesía y una mujer que amaba la cultura en todas sus formas.
Berta Lombán, pintora, lectora y rapsoda de poesía y una mujer que amaba la cultura en todas sus formas.
Eugenia Sánchez San Pío.

Berta Lombán Guerra, una coruñesa en Zaragoza, nunca podía olvidarse del mar y de su infancia y juventud hechizadas en Galicia, en la costa, en la aldea y en los bosques rumorosos. Todo eso lo llevaba en vena y sedimentaba, día tras día, en su memoria, pero también se sintió hondamente aragonesa, zaragozana. En Zaragoza se encontró a sí misma: en la vida, en el amor, en el arte y en ese universos de afectos que siempre adornó su vida. Fue una mujer sonriente, vitalista, su carácter extravertido parecía mitigar la melancolía -primero soriana, luego soriana y galaica del poeta y amor de su vida, Raimundo Lozano Velosillo, que la cantó en muchos versos– que se entregaba a la pintura y a la literatura, especialmente a la poesía.

Le gustaba tanto leer como recitarla; o quizá aún más recitarla, la de sus amigos entrañables, a los que quería tanto: Guillermo Gúdel, a quien quiso como un segundo padre y un amigo entrañable (le dedicó un precioso retrato literario, de los pocos que salieron de su pluma), lo quiso y lo protegió, a Fermín Otín, a Mariano Esquillor, a Rosa María Aranda. Y, por supuesto, a su marido que dominaba el poema de paisaje, con atmósferas machadianas, y el difícil y preciso arte del soneto. Ella, en un recital, en un homenaje, siempre estaba allí con su voz penetrante y límpida, dispuesta a darle una nueva vida al texto y hacer más públicas sus magias. Ilustró las portadas y páginas interiores de los libros de su marido, que dijo de ella: “sueña crepúsculos”.

"Creo que soy expresionista. También, lírica; lo reconozco. Pretendo que cada cuadro tenga una entidad. A veces surge alado, ligero; a veces, fuerte, duro. Quizás mis cuadros sean como yo", le dijo a Alfonso Zapater

Confesó que buscaba la comunicación. Establecer hilos de afectos. Contarse y que se le contasen. Y de ese modo de estar en el mundo, en pleno pulmón de empatía, hizo uno de sus atributos. Acudía a las presentaciones y siempre, siempre, dejaba un regato de buen rollo, de complicidad, de admiración. No hay exageración. Lo pueden decir muchos artistas: lo dicen los poetas, los pintores, los fotógrafos, muchas gentes que se han cruzado con ella. Le gustaban las tertulias, improvisar diálogos al calor de un vino o de un vermut y frutos secos, y allí se aventuraba a su gusto: hablaba de Rosalía de Castro, a la que veneraba, de Rafael Dieste, de Castelao (que era un dios en casa, de Raimundo y de ella), Cela, Valle-Inclán, Torrente Ballester, y por supuesto de un sinfín de autores aragoneses: desde Sender y Rosa María Aranda, y Soledad Puértolas y Ángel Guinda, a su vecino Gabriel García-Badell. También era vecina y amiga de Eloy Fernández Clemente y Marisa Santiago, una pareja de aragonés y gallega que derrochaban afecto a su paso. Sin presunción alguna, durante muchos años fue una presencia constante en multitud de actos.

Durante una época, Berta Lombán hizo pueblos galaicos y aragoneses dentro de una estética expresionista.
Durante una época, Berta Lombán hizo pueblos galaicos y aragoneses dentro de una estética expresionista.
Berta Lombán/El Cronista de la Red.

Frecuentaba el Centro Gallego, estuvo vinculado a él desde finales de los años 70 al menos, a la Agrupación Artística Aragonesa, al Centro Soriano y las Tertulias Miguel Labordeta y las Fuentes de la Mentira, entre otras. Pero ante todo, en esa búsqueda incesante de sí misma que llevó a cabo, se sentía pintora. Pintora que experimentaba, que jugaba con el color, con las líneas, con los círculos, con los recuerdos, con los pájaros, con las gaviotas que traían el sabor del oleaje a su vida. Le gustaban mucho los impresionistas y también admiraba A Goya. 

Hizo de todo: paisajes sobre todo, arboledas, flores, bosques, mundos insinuados y misteriosos, y pasó por varias épocas. Una de las más sugerentes es la de sus pueblos de ambiente galaico u aragonés; recorrió Aragón de punta a punta en muchas excursiones.

En su obra manda la búsqueda de color a través de la mancha, de forma imprecisa y abierta, de la investigación constante y del juego. Hizo de todo: paisajes sobre todo, arboledas, flores, bosques, mundos insinuados y misteriosos, y pasó por varias épocas. Una de las más sugerentes es la de sus pueblos de ambiente galaico u aragonés; recorrió Aragón de punta a punta en muchas excursiones. Realizó varias exposiciones individuales y muchas colectivas. En 1991 expuso en la sala Barbasán; Héctor López escribió en estas páginas: “Entenderemos entonces las abundantes veladuras, el gusto por los juegos de pincelada y las relaciones cromáticas que presenta Berta Lombán como una actividad más bien intuitiva. Porque lo que abunda en esta muestra es la sensibilidad”. En 1992 participó en una Itinerancia por diversos lugares de Aragón de Ibercaja con un proyecto que tituló ‘Entre la piel del infinito’.

Con ese motivo, le dijo a Alfonso Zapater para la contraportada de HERALDO: “Al principio veía las cosas más realistas; luego, a través de la figuración, hasta llegar al abstracto. Pero, en el fondo, creo que soy expresionista. También, lírica; lo reconozco. Pretendo que cada cuadro tenga una entidad. A veces surge alado, ligero; a veces, fuerte, duro. Quizás mis cuadros sean como yo. Cuando empiezo el trabajo soy cerebral; después, la obra adquiere vida propia. En ocasiones querría gritar, pero no va conmigo. Yo amo el amarillo intensamente. También el negro y el blanco. Y el rojo. Para mí, el color es expresión y lo utilizo de acuerdo con lo que intento decir. El color es un estímulo para las personas. Me encanta buscar caminos experimentar, hacer cosas diferentes”.

El escritor y periodista esbozaba este retrato: Berta Lombán siente la pintura como algo místico, en su acepción espiritual más que religiosa. Se transfigura, por decirlo así, y sabe cómo elevarse en el espacio sin levantar los pies de la tierra”. La imagen es fantástica y define a la perfección a esta mujer tierna, humanísima, irónica, que acaba de irse. Poco antes del adiós, que ya le atosigaba, la negra sombra, pidió como su amada Rosalía que le abriesen las ventanas de par en par que quería ver el mar. Lo vio, seguro, porque además lo llevaba bien adentro desde niña. Descanse en paz.

Otra de los pinturas, sugerentes y concebidas con libertad y color, de Berta Lombán.
Otra de los pinturas, sugerentes y concebidas con libertad y color, de Berta Lombán.
Berta Lombán/El Cronista de la Red.

[Berta Lombán Guerra falleció el sábado 11 de mayo y su despedida será a las 13.00 en Torrero.]

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