Por
  • Julio José Ordovás

Zaragoza: Las terrazas

Más Gas crece con la apertura de la terraza de la plaza Mayor de San José
Las terrazas de Zaragoza
Alejandro Toquero

En Zaragoza, que yo sepa, solo quedan dos quioscos en los que venden prensa extranjera, uno en la plaza de España y otro en San Juan de la Cruz. 

Sí, ya sé que puedo leer cualquier periódico del mundo en la pantalla, a golpe de clic, pero me niego a renunciar a la liturgia, al civilizado placer de desplegar la sábana del periódico sobre la mesa de una terraza y saborearlo con calma mientras me tomo un Campari. Así que me doy un buen paseo hasta San Juan de la Cruz, compro ‘Le Monde’ y el ‘New Yorker’, subo al Cabezo de Buena Vista, saludo al rugiente león del Batallador, cruzo el canal y me siento en una terraza de Torrero a tomar el aperitivo.

Josep Maria de Sagarra, el gran escritor catalán, le enseñó a su hijo Joan a sentarse en las terrazas y a saber mirar y disfrutar. Y yo, leyendo durante años, domingo a domingo, las ‘Terrazas’ de Joan en ‘La Vanguardia’, procuré aprender de él a contemplar, a sentir y a pensar el mundo desde las terrazas zaragozanas, que no son las terrazas de París, de Roma y de Barcelona que frecuentaba él, pero que a mí también me sirven.

Las terrazas de la plaza de las Canteras son terrazas de plaza de pueblo en día de fiesta, siempre hay alegría, jolgorio y secreteo en ellas. Alegría, jolgorio, secreteo y mucha mezcla de acentos y de idiomas. En las terrazas de la periferia se escribe el presente y el futuro de la ciudad. Balzac decía que la novela es la historia privada de las naciones, y en las terrazas, abriendo las orejas, te enteras de la historia privada de las ciudades. Leer ‘Le Monde’ en una terraza de Torrero, escuchando a la vez el ruido de la calle, es una experiencia formidable. Y el Campari sale más barato que en las terrazas del centro.

Julio José Ordovás es escritor

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