Quequé: "No tenía plan B cuando decidí dedicarme al humor"

El humorista Héctor de Miguel 'Quequé' (Salamanca, 1977) y su equipo del programa de radio ‘Hora veintipico’ estrenan este sábado (20.30) en el Teatro Olimpia de Huesca, y el domingo (13.00) en las Esquinas de Zaragoza, ‘Hora treintaypico, el show’.

Quequé, la pasada semana, en el ambigú del Teatro de las Esquinas de Zaragoza
Quequé, la pasada semana, en el ambigú del Teatro de las Esquinas de Zaragoza
Guillermo Mestre

El éxito del programa ‘Hora veintipico’ en la Cadena SER ha dado pie a Héctor de Miguel ‘Quequé’ a llevar a los escenarios ‘Hora treintaypico, el show’, un espectáculo que estrena mañana (20.30) en el Olimpia de Huesca junto a Fernando Moroño, Jose Cabrera, Marina Lobo y Miguel Martín, y que también podrá verse el domingo (13.00) en el Teatro de las Esquinas de Zaragoza.

Antes de dedicarse a la comedia usted iba para músico…

Era un intento de cantautor, músico tampoco porque soy muy vago. Me apunté a clases de guitarra y cuando ya me sabía los acordes para tocar las que a mí me gustaba dije: «Ya estaría». Me intentaban enseñar punteos y cosas pero insistí en que ya me valía con eso. Era un cantautor frustrado, un fracaso escolar andante: camarero por la noche y DJ, o pincha, que se decía antes. O sea, no tenía ningún plan B. Si esto del humor llega a salir mal, sería un infeliz.

¿No ha vuelto a tocar o cantar?

En algún ‘show’ sí que he mezclado música y humor. Pero siempre con el punto de vista puesto en la comedia, no en la música. La música era un vehículo para hacer reír.

La cruda realidad del día a día, la actualidad política... ¿se pueden pasar siempre por el tamiz del humor?

Se debe. En este ambiente que hay tan crispado y tan, como dicen ahora, polarizado, si no lo pasas por el efecto del humor nos matamos unos a otros. Y tampoco es eso. Creo que ‘Hora veintipico’ ayuda mucho a quitarle importancia. Es verdad que ves a los políticos en el Congreso, en la sesión de control, y se dicen unas cosas terribles. En fin, podrían rebajar un poco el tono.

No lo hacen.

Ellos mismo siempre hacen esa misma promesa: «Tenemos que rebajar un poco el tono», pero nunca la cumplen. Yo se lo agradezco porque nos dan mucho material, aunque tenemos que intentar entre todos quitarle carga porque los mismos políticos que se están diciendo esas cosas tan terribles luego se van a fumar juntos al patio y se dan fuego unos a otros. Hay una especie de paripé, de lucha libre que todos asumimos, y hay que tener cuidado porque hay mucho loco por ahí que se lo puede tomar en serio.

La manera en que abordan estos temas en su programa es una forma de decir las verdades a la cara...

En el mejor de los casos, sí. Y aunque es una obviedad, la misión del humor, fundamentalmente, es hacer reír. Si luego además lleva un mensaje, fenomenal, pero si solo hace reír, a mí también me vale.

Vuelve ahora a tierras aragonesas con un nuevo espectáculo. ¿Recuerda alguna de sus anteriores visitas por aquí?

Hace unos años estuve en el festival Zaragoza Comedy y he venido aquí prácticamente con todos los espectáculos que he hecho: ‘The Hole’, ‘Ilustres ignorantes’, varias veces en el Teatro Principal, y también recuerdo actuar en La Campana de los Perdidos. Me gusta mucho Zaragoza porque tiene un público que siempre responde, se ríe muy bien, va a las cosas. Es una ciudad muy disfrutona.

La función en las Esquinas es a las 13.00. ¿No es un poco pronto para un comediante como usted?

Como ya soy una persona de una edad, cada vez me gusta más esa sensación de levantarme, desayunar fuerte y trabajar, y luego para ti todo el día. Cuando tienes una función de tarde-noche estás dándole vueltas todo el rato y no te acabas de relajar. De esta manera la haces y te la quitas de encima.

Una de las facetas que cultiva últimamente es la gastronómica, con la cuenta de Instagram ‘Héctor de comer’...

Es un divertimento, no tiene mayor pretensión, porque es verdad que me gusta mucho comer, cocinar y el mundo gastro en general, pero ‘Héctor de comer’ también quiere ser una parodia de todos esos ‘influencers’ gastronómicos que hablan muy afectados, siempre muy arriba y te apelan directamente: «Vas a flipar con esta tortilla de patata...». Solo quiero reírme un poco de eso y disfrutar comiendo. Por supuesto no me dejo sobornar, todavía. Voy a los sitios y pago. Si me ha gustado lo digo y si no me ha gustado no lo digo porque quiero hablar siempre en positivo.

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