aragón es extraordinario

Los dinosaurios más jóvenes son de Arén

Las prospecciones palenontológicas en la localidad ribagorzana comenzaron hace más de dos décadas y ya han arrojado dos especies nuevas

Al hablar de icnitas y osamentas de dinosaurios en Aragón, las antenas del personal apuntan a Teruel: Galve, Peñarroya de Tastavins, El Castellar o la propia capital turolense con la sede central de Dinópolis, entre otros enclaves. Sin embargo, los saurios de Arén (los más juveniles del planeta- comparten desde hace dos décadas el podio local del sector.

Dolors Francino enseña el Museo de los Dinosaurios de Arén desde hace cinco años. Es de Sopeira, localidad vecina, y vino a Arén por amor hace casi cuatro décadas. Ahora también ama a los dinosaurios. De hecho, el ‘pionero’ local –el Arenysaurius Ardèvoli– es el más moderno de los conocidos antes de la extinción, unos tres milenios antes de que; hablamos de hace 65 millones de años, a finales del Cretácico. Fue en su momento un descubrimiento muy importante; encontraron buena parte de la cola unida, primer gran éxito de unas prospecciones iniciadas en 1997.

Un dinosaurio ribagorzano con museo en Arén

Ese año, el geólogo Luis Ardévol levantó la liebre con los primeros descubrimientos fósiles en la zona, concretamente en el yacimiento Blasi, encaramado en el monte sobre Arén. Una década después, miembros del grupo Aragosaurus-IUCA de la Universidad de Zaragoza hallaron el cráneo y otros restos del que sería el Arenysaurius Ardèvoli. Se trataba de un hadrosaurio, dinosaurios con pico y patas posteriores muy desarrolladas, que caminaba erguidos. Se halló un fémur completo, 40 vértebras y una tibia del animal, al que se calculó una largura de unos seis metros.

El dinosaurio identificado en 2008 fue nombrado como Blasisaurus Canudoi, por haber aparecido en el yacimiento Blasi y como homenaje al paleontólogo aragonés José Ignacio Canudo, director del Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza y jefe de la investigación. El Blasisaurus Canudoi tenía una cresta craneal formada por una especie de tubos por los que pasaba el aire, que empleaba para bramar en época de celo.

El Arenysaurus Ardèvoli tenía más de 2 metros de altura y diez metros de longitud, de forma que erguido podía alcanzar casi los cinco metros de altura. Podía andar a dos o cuatro patas y era vegetariano. Lo llamativo de lo aparecido en los yacimientos de Arén es la calidad de los fósiles, que permiten reconstruir un animal completo gracias a los más de 300 vestigios hallados, de diversos individuos. También hubo tiempo para un cambio de especie, el Arenysuchus Gascabadiolorum, llamado así por los investigadores Ainara Badiola y José Manuel Gasca; ellos encontraron en un bloque de arenisca, el cráneo de un cocodrilo de pequeño tamaño, un metro y medio. Ocurrió un poco de casualidad, al levantar una piedra en una sesión lectiva. Se halló en el yacimiento Elías, situado encima del de Blasi. La Asociación Cultural de Arén lo compró y lo cedió al Ayuntamiento para su gestión.

La especial dureza de la piedra en el yacimiento hizo que los trabajos de recuperación fueran arduos. “Siguieron trabajando aquí hasta el año 2002 –explica Dolors– y luego los restos pasaron un lustro en la Universidad de Zaragoza para limpieza y análisis profundos. Recuerdo que nos mostraron los fósiles a los vecinos justo antes de empaquetarlos: fue emocionante”.

El Museo local que lleva los relojes millones de años atrás

El Museo de los Dinosaurios de Arén (Areny en catalán vernáculo) tiene un origen consistorial. Enfrente, por cierto, se alza el Centro de Investigación de la Ribagorza. “Nosotros adecuamos el antiguo Ayuntamiento –explica Dolors Francino– e hicimos este museo en 2007. El edificio data de 1865: los más mayores del lugar cuentan que los domingos y festivos había baile en la sala de los plenos, allá a principios del siglo XX. Ahora somos menos, muy pocos para lo que fue, pero bien avenidos”.

El Museo recuerda desde el vestíbulo que los últimos dinosaurios que vivieron en Europa son los hallados en Arén. Después de un audiovisual explicativo se va pasando por los diferentes niveles (tres) y salas hasta completar 500 metros cuadrados de exhibición. En los niveles superiores hay un panel que lleva a la reflexión, y que llama mucho la atención de visitantes grandes y chicos: las cinco extinciones de los dinosaurios.

Cada panel va detallando el período de autos y las hipotéticas causas, desde la primera a finales del Ordovícico a la acaecida en el Devónico, por un posible meteorito y una gran glaciación, la tercera en el Pérmico por el retroceso de los mares, el calentamiento global y un cambio en la salinidad que aniquilaron de manera combinada al 90% de especies marinas y el 75% vertebrados terrestres, a final del Paleozoico. La vida empezó casi de cero, con la aparición de los primeros mamíferos. Los diluvios y otro cambio climático dispararon una cuarta extinción en el Triásico. Finalmente, hace 65 millones de años desaparecieron todos los animales con menos de 25 kilos.

El meteorito que causó la quinta extinción cayó en el Yucatán a finales del Cretácico; chocó a 20 kilómetros por segundo, hizo un cráter de 160 kilómetros de diámetro y generó olas de 90 metros, tsunamis en toda América Central, amén de una nube de polvo a nivel planetario que ocultó el sol durante meses. Fue como un invierno nuclear; arrasó la vida”. En el museo se completa ese repaso con una inquietante cuestión: ¿provocaremos los humanos la sexta extinción?

Reto a la imaginación

No todo es apocalíptico o sesudo en el museo, ni mucho menos. De hecho, hay un juego interactivo de preguntas y respuestas, y paneles tan divertidos como el que detalla los aditamentos necesarios para el mejor cuidado de tu mascota dinosauria.

Desde el Museo parte la ruta que condice el yacimiento de Blasi. Va por el barranco de L’Aiguafreda y consta de 12 paradas, con explicaciones de fauna, flora y geología de cada punto, así como del pasaje circundante. En el propio yacimiento hay réplicas de los huesos encontrados allá y paneles de información sobre el mundo ‘dino’ local. Hay que recordar que el yacimiento es una pared inclinada de piedra arenisca, otrora fondo marino. En ella hay aparecido incrustados restos óseos de dinosaurio. La ruta, dependiendo del ritmo y las paradas, suele superar las dos horas incluso para los andarines más avezados.

Un dinosaurio ribagorzano con museo en Arén

Un casco antiguo remozado hace tres décadas con piedra del castillo

El pueblo de Arén debe su urbanismo al influjo del antiguo castillo defensivo; de hecho, la zona del actual museo quedaba fuera de la muralla, y subsiguientemente se usó de cárcel y nevero. El pueblo vivió un gran lavado de cara en 1990, cuando se sacó la piedra a las casas y se adecentaron fachadas con el sustento de fondos europeos, unas ayudas sin intereses a las que se acogió todo el pueblo. El ayuntamiento, además, dejó las calles renovadas; muchas de las piedras empleadas en el embellecimiento de las fachadas son del antiguo castillo. Llaman la atención los pasajes empedrados y la iglesia, con el remate de su torre en forma de cruz de hierro que actúa de pararrayos.

Por otro lado, en la gastronomía local destacan las chiretas o chirellas y coquetas (con poca harina); en este último terreno brilla Isabel Barreiro, de casa Pubill, que suele recibir peticiones de muchos pueblos vecinos.

ARÉN

Comarca. Ribagorza.

Cómo llegar. Desde Huesca, su capital de provincia, hay 125 kilómetros por la A-22, la N-123 y la N-230.

Casa Domenc. La fonda de Juan Antonio Domenc es el clásico local; allí se albergó a los paleontólogos hace dos décadas. El origen del negocio se remonta al siglo XIX, siempre en la misma familia, una de las fondas más antiguas de Aragón. Ha ampliado negocios, con más habitaciones, además de apartamentos turísticos y un centro de spa dentro del hostal.

Más opciones de pernocta. En Arén están los apartamentos Casa Gabriel, muy recientes y acogedores. En Sobrecastell está Casa Bernat y Casa Teixidó en Molins de Betesa. En Campamento, Can Rocamora apartamentos, y hostal Escarla, con restaurante.

Cabeza y pedanías. Arén (cabeza) Berganuy, Campamento, Claravalls, Puifel, Sobrecastell, Soliva, Casa Consistorial, L´Hostalet, Iscles, Puimolar, Rivera de la Vall, San Martín, El Sas, Soperún, Suerri, Treserra, Viaplana, Betesa, Los Molinos, Obis y Santa Eulalia.

Artículo incluido en la serie 'Aragón es extraordinario'.

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