Un sadabense de Primera

David Mainz, nacido en Sádaba hace 28 años, logró el pasado domingo la gesta de ascender con el Éibar a la máxima categoría del fútbol nacional. Un premio a una trayectoria asida a la humildad y al esfuerzo. Además, le resta un año de contrato con la entidad armera

David Mainz, cuarto por la derecha, celebra el ascenso junto a sus compañeros.
David Mainz, cuarto por la derecha, celebra el ascenso junto a sus compañeros

Hay metas que una persona ni siquiera osa imaginar. Por inalcanzables, no protagonizan ni siquiera los sueños de madrugada. David Mainz, nacido en Sádaba en 1985, jamás aspiró a ascender a Primera División. El pragmatismo y la humildad le inspiraban desafíos más mundanos, como destacar en la Tercera aragonesa o incluso vivir modestamente del fútbol en la Segunda B. Sin embargo, el pasado domingo alcanzó una cima inconcebible y que no había planeado. Junto a sus compañeros del Éibar firmó una hazaña que pasará a los anales del fútbol. El equipo con menor presupuesto y recién llegado a la categoría, derrotó al dinero y a la racionalidad para atrapar una plaza en la liga de las estrellas. Una de esas epopeyas que reconcilian con los héroes de la calle.


"Todavía no nos lo creemos ni somos conscientes de lo que hemos logrado. Estamos en un estado de felicidad y de ‘shock’. Ha sido algo increíble. Somos el club con menos recursos y la próxima temporada jugaremos contra el Barcelona, el Real Madrid, el Atlético y demás equipos", explicaba ayer desde su hogar en Éibar el incrédulo delantero aragonés.


Al éxito deportivo se añadía la forma cómo se produjo. "Ganamos al Alavés con mucho sufrimiento pero necesitábamos que Las Palmas empatara o perdiera en su casa contra el Recreativo. Los canarios se pusieron 2-0 y muchos de nosotros nos disponíamos a marcharnos. Nos mentalizamos con aguardar a la siguiente jornada. Pero el Recre marcó el 2-1 y nos quedamos encerrados en el vestuario escuchando la radio. Fue muy especial. Con el 2-2 nos emocionamos y con el 2-3 nos volvimos locos de alegría. Fue alucinante, como montarnos en una montaña rusa", rememora con indisimulable emoción.


Lo siguiente fue una explosión de sentimientos compartidos con la afición armera, que tomó el césped de Ipurúa para fundirse con el plantel. "De la euforia, ni cenamos. Picamos un poco de jamón para matar el hambre y salimos al palco para saludar a la gente, que se desparramó por el terreno de juego. No lo pudimos resistir y saltamos al campo con ellos. Somos como una familia. Ese es uno de los secretos de nuestro éxito. Terminadas las celebraciones, los jugadores y los técnicos fuimos a un bar de Éibar y cada uno acabó la noche cuando quiso", relata.


Los festejos más populares e institucionales se celebrarán el próximo sábado con la visita del Lugo al estadio guipuzcoano. "Entonces haremos la fiesta grande. Después del partido iremos al Ayuntamiento a dedicar el ascenso al pueblo entero. Seguro que será inolvidable", revela.


Una fecha imborrable y marcada en rojo en su calendario vital. Mainz no estará solo. Sádaba estará presente. "Tengo que reservar al menos 40 entradas para familiares, amigos y vecinos. Quieren acompañarme en un día tan trascendental y feliz. Será maravilloso", promete.


El veloz punta de las Cinco Villas valora y reivindica la gesta eibarresa y la compara con la del Atlético de Madrid: "Nos identificamos con lo alcanzado por el Cholo Simeone. Nosotros también somos un equipo de lucha y empuje. No contamos con grandes individualidades –aunque hay jugadores de gran calidad–, y lo confiamos todo al colectivo. Sabemos a qué jugamos. Cuando toca defender, lo hacemos los once, sin ahorrar una carrera".Felicidad compartida

La felicidad de Mainz solo es comparable a la de sus padres, Pedro y Merche, que navegan en una nube de júbilo. "Me llamaron cuando se confirmó el ascenso. Estaban como locos y me felicitaron. Saben lo que me ha costado llegar hasta aquí. Mi hermano Roberto, que el domingo marcó con el Ejea frente al Atlético Malagueño, también está contentísimo", comparte.


A sus 28 años, el sadabense confía en rematar la faena y formar parte de la plantilla del Éibar en su histórica primera campaña en la elite nacional. Le resta un año de contrato y se siente muy valorado, dos motivos de peso. "Cuando regresé al Éibar en el pasado mercado de invierno procedente de Bolivia, firmé por una temporada y media. Me siento identificado y realizado con estos colores y será un honor seguir aquí. Estoy seguro de que los dirigentes del club no se volverán locos y continuarán con la misma filosofía que tan buenos resultados ha proporcionado. Seguro que no harán cosas raras", apostilla.