ESTUDIANTE DE MATRÍCULA

Una joven más que de ley

Aunque no le guste hablar de notas, la zaragozana Carmen Alfonso Rico acaba de ganar el Premio Jóvenes Juristas y tiene en la carrera más de 50 matrículas.

Carmen está acostumbrada a vivir entre libros.
Una joven más que de ley
CARLOS MONCíN

"Salgo los fines de semana, tengo novio, me siento a tomar algo en las terrazas, voy mucho al cine y de cena con las amigas, leo compulsivamente novelas policíacas?". Con esta vida, cualquiera pensaría que Carmen Alfonso Rico no aprueba ni el recreo. Pero es todo lo contrario. Todo lo dicho antes, lo hace en su tiempo libre. Y no debe de ser mucho a juzgar por su otro currículum, este sí, oficial: acaba de recibir el premio a mejor jurista joven del país y acumula 50 matrículas en Derecho. Y aún podrían ser más, porque estudia la doble licenciatura con Económicas en el ICADE de Madrid y aún le queda Sexto, el último año. "No me gusta airear las notas, siempre lo he ocultado -cuenta, un poco vergonzosa-. Por supuesto que estoy contenta, lo que pasa es que creo que he hecho lo que tengo que hacer, nada excepcional".


Es cuestión de opiniones, porque el carrerón que lleva Carmen no es habitual. Su receta es sencilla: ir a clase y tener tus propios apuntes ayuda al sentarse a hincar los codos. "Estudio más por comprensión, por ideas, que de memoria. Y también es cierto que los profesores me motivan mucho", dice. Pero no solo eso. Admite tener memoria visual? y estudiar bastante. "Nadie que saque estas notas puede decir que no estudia. Decir lo contrario sería una falta de respeto. Además, duermo muy poco", reconoce.


Lo de la disciplina le viene de lejos, de cuando estudiaba en el Colegio Alemán de Zaragoza. Y cuenta que ha ido de menos a más. "He mejorado notas desde Primero", señala. Pero tampoco demasiado, porque su media final en Derecho ha sido de 9,82. Un dato que no le quita el sueño porque, como apunta, sus notas nunca han ido destinadas al futuro. Es más, aún no sabe por dónde tirar: si por el Derecho o por la Economía, a pesar de haber hecho prácticas en dos despachos, uno de ellos en Nueva York. "Me atrae la práctica del Derecho, pero también la macroeconomía, creo que por mis padres, Ramón y María, y por mi abuelo Javier, que me lo inculcaron", señala. Y eso que acaba de hacerse con una distinción, precisamente, por su pericia con las leyes.


Hace solo unos días, el ministro de Justicia, Francisco Caamaño, le entregó el Premio Jóvenes Juristas, en la modalidad de recién licenciados. Su expediente inmaculado le dio acceso a la prueba, un caso práctico de Derecho a desarrollar en cinco horas y que defendió en una final junto a otras 12 jóvenes promesas. "Hubo compañeros que hasta se llevaron maletas con los libros necesarios, porque la prueba era muy completa y tocaba desde Mercantil y Fiscal hasta Laboral e, incluso, Derecho de la Familia", recuerda. Su trabajo fue el mejor para el jurado y le valió 6.000 euros y una beca completa para una máster en el Centro de Estudios Garrigues, patrocinador de esta convocatoria, junto a Thomson Reuters Aranzadi y la Universidad de Navarra. Pero a ella, más que lo material, le queda la experiencia, y lo que le aporta personalmente. "Para mí -admite- es un premio a todo lo estudiado".


Aún tiene un año para pensar cómo encaminará sus pasos en el mercado laboral. De momento, piensa en el último curso, que hará en Viena, por eso de no olvidarse del alemán. Y, sobre todo, no quiere ni oír hablar de la palabra crisis. En el discurso de graduación de Derecho, que le tocó dar, ya se lo dijo a sus compañeros, igual que concluye esta entrevista: "Esta generación somos privilegiados por muchas cosas. Tenemos una gran formación y poca responsabilidad. Si algo he aprendido en estos años es que no hay conceptos absolutos y, por tanto, crisis puede ser sinónimo de oportunidad".