TOROS

Último adiós a un empresario romántico

Justo Ojeda recibió sepultura ayer en una impresionante manifestación de duelo a la que asistieron toreros, ganaderos, apoderados y empresarios venidos de toda España. Los ayuntamientos de Huesca y Zaragoza representaron a la clase política de la comunidad.

Ni el sol, que tantas tardes de gloria iluminó sus plazas, quiso perderse la cita para despedir al empresario taurino Justo Ojeda, que falleció el domingo en Zaragoza. Ese sol, todavía legañoso, era buscado por los corrillos de toreros y gentes del toro venidos de toda España. La capilla se quedó pequeña. Muy pequeña. Juan Antonio Gracia, el cura amigo, el torero, el que había hecho efectiva su última unión matrimonial, se emocionó. Bordó el sermón. Sentido, medido, con la grandeza que da la sinceridad y la humildad de poder decir lo que se piensa. Emotivo. De ovación. De Padrenuestro torero. Un sermón que para mí quisiera.


La comitiva marchó despacio. Como un paseíllo. Como un arrastre lento en vuelta al ruedo. Cuchicheos al paso. Apretones de manos mientras se habla del que ya no está. El maestro Paco Camino recordaba la tarde de su despedida de Huesca. Aciaga. Se sacudió las zapatillas y dijo "no vuelvo". Palomo Linares se abrazó al doctor Val-Carreres, su salvador en una tarde trágica en la Misericordia. Llegó con dos de tensión a la enfermería por la cornada de un toro del Conde de la Corte. El Capea y señora - la ganadera salmantina, y no la de la copla- representaron al campo charro. Juan Ramos, Justo Benítez, Raúl Aranda, compañeros tantas tardes, compartieron banco y oración sentida.


El Molinero, ayudado de muletas tras una operación de rodilla, departió con los hermanos Luna, Rafi de la Viña y Serranito. Millán, el gran triunfador de la Feria del Pilar, trataba de sonreír sin conseguirlo. Los ganaderos Alfonso Guardiola, Fernando Cuadri y el rejoneador Antonio Domecq, añoraban los tiempos de mejor bravura. Los apoderados Juan Ruiz Palomares, José Luis Segura e Ignacio Zorita, se mezclaron con los equipos gubernativos de Huesca y Zaragoza. Hicieron Piña. Causa común. Ni una palabra más alta que otra: coincidieron en que Ojeda era "original, distinto". El silencio lo invadió todo. Solo el ruido de las coronas de flores al chocar, rompieron el protocolo. La viuda, Rosa María y los hijos del fallecido, Teresa, José Miguel y Pilar recibieron estoicamente los pésames. Descanse en paz Justo Ojeda, aficionado de barrera que, ahora, descansa en una última fila de andanada. Así estará más cerca del cielo.