TRADICIÓN

Los zaragozanos reviven, doscientos años después, el rescate del Cristo de la Cama

Abandonó a hombros y sobre una peqna la iglesia de Santa Isabel de Portugal
Los zaragozanos reviven, doscientos años después, el rescate del Cristo de la Cama
CARLOS MONCÍN

María Blánquez no pudo imaginar, en aquel 17 de febrero de 1809, mientras trasladaba la figura del Cristo de la Cama desde el derruido convento de San Francisco, devorado por los bombardeos del ejército francés- hasta la Basílica del Pilar, lo que ocurriría 200 años después. Es decir, ayer mismo, cuando una multitud de zaragozanos revivieron su gesta con una procesión que recreaba el recorrido de la figura, salvada de la destrucción por Blánquez y otros tres ciudadanos anónimos.


Este acontecimiento, que convirtió a Blánquez en una de las heroínas de los Sitios de Zaragoza, fue recordado por la Real Hermandad de la Sangre de Cristo de Zaragoza, organizadora del acto. Devotos, cofrades, turistas y curiosos hicieron pasillo a la larga comitiva por las calles más céntricas de la ciudad, desde la plaza del Justicia, donde se colocó una placa conmemorativa.


Con puntualidad absoluta, a las seis de la tarde, con un disparo realizado en la plaza del Pilar, comenzaba el acto. El himno de España y, después, los tambores, daban la salida a la peana, llevada a hombros por ventiocho personas y con escolta militar. Algunos cofrades que seguían el momento no pudieron contenerse, y se les escaparon algunas lágrimas de emoción.


La procesión estuvo llena de colores, entre los que destacaba el negro, que vestía a la mayoría de los cofrades que participaron en el acto, entre los que se encontraba la presidenta del PP en Aragón, Luisa Fernanda Rudi. De rojo, azul y blanco iban los Voluntarios y los Artilleros de Aragón, divididos en pequeños grupos en diferentes puntos de la comitiva. Los mismos colores que la banda de la Academia General Militar, mientras que la otra banda, la de Brigada de Caballería Castillejos II, vestía de caqui.


El gris cubría a los miembros de la Compañía de los Pardos de Aragón, ataviados con uniforme, cachirulo y sombrero negro. Y, multicolores, las banderas de las diferentes cofradías, y también los trajes regionales de algunas mujeres que acompañaban a la procesión, joteras de todas las edades.


Entre todos, destacaba el grupo formado por aquellas que representaban a las heroínas: Agustina de Aragón, Casta Álvarez o la propia María Blánquez, blandiendo bayonetas y horcas, o portando cestas con comida. Les acompañaban dos religiosos, representando a la Madre Rafols y a Juan Bonal.


Pero, sobre todo, el color que acaparó la atención de los muchos fotógrafos profesionales y aficionados que retrataron la procesión fue el dorado de la cama, dentro de la cual viajaba el Cristo, también condecorado como Héroe de los Sitios.


Al silencio del público le robaron protagonismo los sonidos, desde los de las bandas militares, pasando por los tambores de las cofradías, hasta las jotas que se interpretaron a lo largo del recorrido. Con algo de retraso, la comitiva llegó hacia las siete a una abarrotada plaza de España, en la que sonaba el carillón del reloj de la Diputación Provincial de Zaragoza, tocando la marcha de los Sitios.


La música acompañó la entrega de sendas coronas en el lugar donde estuvo el convento de San Francisco, y en el monumento a los Mártires. En el acto participaron el vicepresidente de la DPZ, José Antonio Sanmiguel; la consejera de Cultura del Ayuntamiento de Zaragoza, Pilar Alcober; el Hermano Mayor de la Hermandad de la Sangre de Cristo, Ernesto Millán, y el general Juan Pinto, comandante militar de Zaragoza y Teruel.


Este último fue el encargado de leer un discurso recordando la gesta de Blánquez en la plaza de la Seo, frente al palacio arzobispal. Finalmente, la talla fue recibida por el arzobispo de Zaragoza, Manuel Ureña, en la basílica del Pilar. Allí permanecerá hasta el 25 de febrero, Miércoles de Ceniza.