CONCENTRACIÓN DE MOTOS

El espíritu motero no atiende a fronteras en una "caliente" edición de Pingüinos

Como cada año, y ya van treinta, la concentración invernal motera Pingüinos aglutina en Valladolid a fanáticos de las dos ruedas con un característico espíritu o "modus vivendi" que les lleva incluso a atravesar Europa en busca de un frío que, en esta ocasión, no han encontrado.

Como cada año, y ya van treinta, la concentración invernal motera Pingüinos aglutina en Valladolid a fanáticos de las dos ruedas con un característico espíritu o "modus vivendi" que les lleva incluso a atravesar Europa en busca de un frío que, en esta ocasión, no han encontrado.


Y es que, si en las ediciones de 2009 y 2010 las precipitaciones en forma nieve y las gélidas temperaturas hicieron las delicias de los visitantes, en esta ocasión muchos de ellos lamentan los cerca de diez grados y el ambiente despejado del que disfrutaba el área recreativa de Puente Duero este viernes.


"Donde está la nieve", se preguntaban un grupo de aficionados portugueses adscritos al Moto Club Montigo os Águias Bislos que, por "la crisis", se desplazaron en su mayoría en coche hasta Pingüinos. "La gasolina sale más barata", argumentan mientras ofrecen una degustación "de garrafa" de un licor dulce llamado Beirao.


Un brebaje que les ayuda a calentarse, pese a que con la hoguera y la agradable temperatura, tampoco les hace falta, desgraciadamente para ellos.


Una postura pudiera parecer enajenada que refrenda Hervé Guy, un francés de la Borgoña, que considera "demasiado caliente" la trigésima edición de Pingüinos.


La nieve como reclamo y la taza metálica que cuelga de su cazadora y que sirve de emblema a su club languidece vacía. En su boina, bien bordado el nombre del mismo: Les Fondas Bourgninos. Algo parecido a los locos de la Borgoña.


Extravagancias como las que se divisan a golpe de paseo por una embarrada campa que obliga a los moteros a poner una piedra debajo de la pata de cabra de su preciada adquisición para evitar que esta vuelque.


Múltiples alardes de ingenio para transportar la leña, sidecars "tuneados", una aficionada a las dos ruedas que pasea un hurón, un iglú de cartón piedra, un remolque con forma de barril, el sorteo de la única motocicleta fabricada con madera y homologada para circular... Instantáneas estrambóticas protagonizadas por aficionados a las dos ruedas que destilan alegría.


También camaradería cuando exhiben sus motocicletas, las desglosan y arrojan luz sobre las de los demás ya sean Yamaha, Kawasaki, BMW, Godwing y, como no, Harley Davidson. La de Jacinto Molina, de Sevilla, lucía impoluta, a juego con su combinado traje de cuero.


Para él, el "leit motiv" que le ha llevado por segunda ocasión a atravesar España para aterrizar en Valladolid es su pasión por las motos, idéntica a la que comparte con amigos andaluces y portugueses con los que se ha citado en Puente Duero.


También pregunta por el concierto de esta noche después de la celebración, con doce piñones y cava, de la Nochevieja y el Año Nuevo Pingüinero. Barón Rojo, mítica banda que, como Pingüinos, cumple treinta años al pie del cañón, pondrá el cierre a la velada.


Rock&Roll "made in Spain" que quizás agrade a la francesa Mireille Perchet, pues después de comer y antes de embarcarse en su peculiar "Tribike", decorado con colmillos y telas en tonos oscuros, demandaba con insistencia más música de este estilo en la animación nocturna.


Pedía AC/DC o Metallica y, precisamente, su ausencia en pasadas ediciones le echó para atrás a la hora de regresar.


Desde 2008 no volvía y lo que la convenció en este 2011 que acaba de arrancar fue la celebración del treinta aniversario de Pingüinos. Nunca llueve a gusto de todos, pero resulta obvio es que esta concentración motera tiene solera, como así demuestra que a última hora de la tarde el número de inscritos rondase los 7.500. EFE