Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Desafíos globales

¿Aplicar geoingeniería contra la radiación solar es realmente una opción?

Reducir la radiación incidente con tecnología promete frenar los efectos del cambio climático. ¿Apostamos por ella o mejor actuamos sobre las causas?

Propuesta de inyección de aerosoles en la estratosfera utilizando un globo.
Propuesta de inyección de aerosoles en la estratosfera utilizando un globo.

¿Debemos recurrir a la geoingeniería y en concreto a la tecnología SRM (Solar Radiation Modification) para contrarrestar y revertir los efectos del cambio climático o por el contrario no debería permitirse una intervención de esta naturaleza y escala global atendiendo a los riesgos e incertidumbres inherentes que plantea, dado que no tenemos la completa seguridad de cuáles van a ser sus efectos (incluidos los secundarios o colaterales)? 

Hace escasas fechas los representantes de los países asistentes a la Asamblea de Naciones Unidas por el Medio Ambiente celebrada en Nairobi no consiguieron alcanzar un consenso al respecto, por lo que la moratoria vigente desde 2010 y que mantiene cualquier actuación de geoingeniería en barbecho se prologará hasta que se alcance un acuerdo. La SRM es la tecnología o más bien alternativa tecnológica en el ámbito de la geoingeniería más sólida a día de hoy. Por ser la mejor considerada, la más ampliamente estudiada, analizada y modelizada; y porque la tecnología necesaria ya existe por lo que podría aplicarse con inmediatez. 

Dentro de la SRM se distinguen tres tecnologías (o tipos de actuación) principales.

Inyección de aerosoles estratosféricos

Consiste en la inyección de millones de toneladas de aerosoles en la estratosfera para crear una especie de niebla o nube que disperse y disipe la radiación solar incidente, reproduciendo a escala global las consecuencias –documentadas y conocidas– de la entrada masiva de aerosoles en las capas altas de la atmósfera durante las grandes erupciones volcánicas y el enfriamiento planetario subsecuente.

Enriquecimiento y siembra de nubes troposféricas

Se trata de rociar las capas bajas de la atmósfera con grandes cantidades de gotas de agua marina para favorecer la formación de más nubes y más densas con el fin de aumentar su reflectividad o albedo, es decir, la radiación solar incidente que devuelven al espacio y que por tanto no alcanza la superficie y no es absorbida.

Aumento del albedo de la superficie marina

Consiste en cubrir extensiones de la superficie oceánica con espumas o burbujas reflectantes que, de nuevo, devuelvan parte de la radiación solar incidente hacia el espacio e impidan que sea absorbida.

La falta de consenso con la que finalizó la cumbre queda resumida en la existencia de dos posiciones muy diferentes. Por un lado, aquellas naciones que abogaban por crear un grupo de científicos que investigase de forma activa sobre los efectos de estas tecnologías y por el otro, los países que defendían no permitir ningún tipo de investigación en este ámbito y renunciar a la alternativa geoingeniería de forma definitiva; apoyándose en las conclusiones arrojadas por el informe sobre las tecnologías SRM elaborado por el panel de expertos internacionales convocados por la ONU para examinar todas las evidencias existentes sobre aquellas. 

Las principales conclusiones alcanzadas fueron que todavía hay demasiadas incertezas significativas respecto al impacto medioambiental y social de las SRM y sobre su seguridad y viabilidad. 

Haciendo hincapié también en una cuestión no menor que muchas veces es pasada por alto: dado que las SRM no actúan sobre las causas del cambio climático, no se puede saber -al menos de momento- cuál sería su impacto real. Y al mismo tiempo, que existe el riego de que centrarse en la investigación en geoingeniería nos desvíe del objetivo prioritario que no es –o debería ser– otro que actuar sobre la raíz del problema y recortar de forma drástica las emisiones de gases invernadero y adoptar una economía circular y sostenible.

Pero también merece la pena llamar la atención sobre otras dos de las conclusiones emitidas por el panel de expertos: la primera, que, aunque ahora la aplicación de las SRM no debe ser considerada aún, es posible que haya que cambiar este planteamiento si la acción climática se mantiene insuficiente, si somos incapaces de reducir las emisiones. La segunda, que la única forma de superar las incertidumbres acerca de estas tecnologías es a través del debate, el análisis y la investigación.

Y esto último es muy reseñable porque precisamente la falta de consenso no surgió porque hubiese naciones que abogasen por el empleo de las SRM ya. Sino que el desacuerdo estaba entre los defensores de la necesidad de investigar de forma activa y aquellos que abogaban por descartar por completo esta opción.

Lo que plantea un nuevo debate: ¿debe seguir investigándose en las tecnologías de geoingeniería o debemos renunciar a esta alternativa de forma definitiva? ¿Es mejor contar con un plan B o de emergencia –aunque este no sea perfecto– o, por el contrario, asumir que la única opción es actuar sobre las causas reales supondría un incentivo (aún) mayor?

Riesgos considerables

Considerables en el sentido de que merecen ser considerados. Estos son algunos de los principales riesgos e incertidumbres identificados por el panel de expertos al respecto de cada una de las tres tecnologías SRM: en el caso de la inyección de aerosoles estratosférica, cómo esta puede alterar y modificar el patrón de vientos y precipitaciones y cómo puede afectar a la química de las capas altas de la atmósfera: desde su posible efecto sobre el ozono a la generación de lluvia ácida. 

Para la siembra de nubes troposféricas y aparte del riesgo obvio de cómo va a modificar el patrón de lluvias, se apunta el aumento de la salinidad del agua de lluvia (debido al empleo de gotas de agua de mar) y su efecto sobre la biodiversidad y los cultivos. Y, asimismo, el efecto sobre los ecosistemas marinos teniendo en cuenta que el bombeo se efectúa desde plataformas o barcos marinos: cómo afectará al movimiento de las aguas, a la estratificación de la columna oceánica; o el perjuicio para la fauna de la contaminación sonora y química. 

Respecto al aumento del albedo de la superficie marina, cómo la ausencia de luz incidente (y el consiguiente enfriamiento local del agua) puede afectar y empobrecer los ecosistemas marinos además de la introducción de elementos plásticos en grandes cantidades en el océano. También que la presencia de una capa sobre la superficie del agua limitará la capacidad del océano para absorber CO₂ de la atmósfera. Y, en los dos últimos supuestos, cómo la radiación reflejada y devuelta al espacio pueda modificar las condiciones de las capas altas de la estratosfera.

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