Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Detective de la ciencia

Mapamundis climáticos de ayer y hoy

El último mapa climatológico que recoge la evolución histórica y proyecta la evolución futura del clima y la vegetación trae a la memoria otros…

Nuevo mapa climatológico con las distintas zonas climáticas del planeta y su evolución histórica y que proyecta su evolución futura en las próximas décadas.
Nuevo mapa climatológico con las distintas zonas climáticas del planeta y su evolución histórica y que proyecta su evolución futura en las próximas décadas.
Scientific Data

El mapa que vemos aquí arriba es solo la punta del iceberg –además de la prueba más definitiva– de una serie de estudios publicados en las últimas semanas y que con sus conclusiones reivindican que todos beben (o mejor dicho, brotan) de la misma fuente original: ‘Nuevos mapas climáticos permiten predecir como variará la vegetación del planeta para finales de siglo’; ‘Un nuevo estudio descubre que los patrones de precipitación global determinan la diversidad animal de cada región’; ‘Un estudio señala el estado de la vegetación como un novedoso y efectivo sistema de monitorización de la actividad volcánica’.

Pero volvamos sobre nuestro principal sospechoso, presentado como una nueva versión actualizada de los mapas climatológicos basados en la clasificación Köppen-Geiger; que reflejan la evolución histórica de las condiciones climáticas globales y a la vez permiten efectuar predicciones sobre su evolución futura.

La clasificación Köppen-Geiger (y los mapas basados en ella) fue desarrollada a principios del siglo XX por el climatólogo Vladimir Köppen y posteriormente perfeccionada por el meteorólogo Rudolf Geiger, y divide los climas terrestres globales en cinco grandes clases y 30 subclases basadas en la variación anual de los regímenes de temperatura y precipitación; los que a su vez definen el tipo de vegetación característica de cada región.

Pues bien, la actualización de dicha herramienta de análisis ha permitido a los investigadores constatar que desde 1930 hasta 2020 aproximadamente el 5% de la superficie terrestre del planeta –sin contar la Antártida– ha evolucionado de una de las cinco grandes clases de climas a otra como consecuencia de la masiva emisión de gases con efecto invernadero. Y que, de aquí a finales del siglo XXI, la proyección es que en torno a otro 8% (el porcentaje varía atendiendo al nivel de emisiones estimado) de la superficie transite de clase de clima.

Pero que el árbol de la clasificación Köppen-Geiger no impida ver el bosque humboldtiano. Porque casi un siglo antes ya se había publicado un mapa ‘análogo’ o cuando menos que recuerda mucho al recién presentado. El que vemos justo debajo y que recoge esta investigación detectivesco-científica y que sí debe entenderse como el original o punto de origen de este tipo de representaciones.

Este mapa de H. Berghaus (1845) dio a conocer las isotermas definidas por Humboldt.
Este mapa de H. Berghaus (1845) dio a conocer las isotermas definidas por Humboldt.
Library of Congress

Dicho mapa, obra del cartógrafo alemán Heinrich Berghaus, fue publicado en 1845 como parte de su ‘Physikalischer Atlas’, uno de los primeros atlas físicos de la historia- y el que popularizó este tipo de representaciones- con el título ‘Alexander von Humboldt’s system der isotherm-kurven in Merkator’s projection’.

Con todos ustedes: las isotermas

Se trata del mapa que presentó en sociedad las isotermas, introducidas por el naturalista prusiano Alexander von Humboldt en su ensayo ‘De distributione geographica plantarum’ (1817) y definidas como líneas que conectan diferentes puntos geográficos de todo el mundo que presentan las mismas temperaturas. Más destacable aún es que, según su ideólogo, servían para visualizar pautas climáticas globales –o, dicho de otro modo, franjas con una climatología similar–, que a su vez se caracterizaban por albergar un tipo de vegetación similar. O, tal y como lo expresó Humbolt: "En la naturaleza, las formas de vida presentan relaciones constantes bajo los mismos paralelos isotérmicos, es decir, sobre curvas trazadas por puntos del globo que reciben igual cantidad de calor".

De hecho, la idea central desarrollada por Humboldt en su ensayo es la existencia de una relación entre vegetación, clima, geografía y orografía. O, expresado, en otros términos, que la vegetación no solo varía con la latitud y la altitud (varía conforme ascendemos a lo largo de la ladera de una montaña y también varía conforme nos desplazamos desde el ecuador hacia los polos), sino también, y sobre todo, con la temperatura del aire, y por ende, con el clima.

Por cierto, que Humboldt también llegó a plasmar sus isotermas de forma visual (aunque no tan vistosa) en un diagrama en el que se basaría Berghaus para su ilustración. Lo cual resulta bastante sorprendente toda vez que Humboldt fue todo un visionario y pionero en lo tocante a emplear atractivas ilustraciones como herramienta para la interpretación de la naturaleza.

Plasmó por primera vez esta idea en 1807 con su ‘naturgemalde’, una impactante ilustración desplegable dibujada y coloreada a mano por él mismo en la que representaba el volcán Chimborazo (por entonces considerado el pico más elevado de los Andes) y la distribución de plantas desde el valle hasta la línea de nieve en función de la altitud y condiciones climatológicas: temperatura, humedad relativa, composición del suelo, radiación incidente, etc. Y una representación de la flora de un volcán y de las condiciones que determinan su presencia que remite al ‘novedoso’ estudio que apunta a la calidad de la vegetación como una forma de monitorizar la actividad volcánica.

Apuntes sobre la diversidad animal

Alexander von Humboldt asimismo anticipó la idea de ‘especie clave’: "Observamos con asombro cuántas cosas están relacionadas con la existencia de una sola planta. En el desierto, la palmera moriche extiende la vida a su alrededor. Los frutos de la palmera atraían a los pájaros, las hojas protegían del viento y la tierra que había volado y se había acumulado detrás de los troncos retenía más humedad en esas zonas que en cualquier otro lugar de la llanura y daba refugio a insectos y lombrices".

Una explicación que, más allá de introducir la noción de la existencia de especies esenciales para un ecosistema, transmite también con claridad que la diversidad animal de un lugar depende de la flora presente y de las condiciones climáticas –y, más en concreto, del patrón patrón de lluvias–.

Una interpretación que, esta vez, remite al ‘novedoso’ estudio que postula que los patrones de precipitaciones globales y la vegetación existente son los dos factores clave que determinan la diversidad animal de una región.

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