Una multitudinaria 'cena' de ballenas cautiva a los científicos en Argentina

Al caer el sol, un inusitado espectáculo sorprendió a los científicos en las aguas de Península Valdés, en el sur de Argentina.

Ballenas francas alimentándose en el mar
Ballenas francas alimentándose en el mar
Instituto de Conservación de Ballenas / EFE

El pasado 1 de octubre, al caer el sol, un inusitado espectáculo sorprendió a los científicos en las aguas de Península Valdés, en el sur de Argentina: algo más de un centenar de ballenas francas dándose al unísono un banquete de plancton.

El evento, inusual por su magnitud, maravilló a los investigadores del Instituto de Conservación de Ballenas (ICB), quienes estaban en el área como parte de sus observaciones de rutina para estudiar la condición corporal de la ballena franca austral, una especie cetácea que permanece en las aguas de Península Valdés de abril a diciembre.

Desde la costa, con cámaras y telescopios, y desde el aire, con drones, pudieron captar durante varias horas, desde el atardecer y hasta la mañana del día siguiente, algo más de un centenar de ballenas alimentándose en el Golfo San José, entre Punta Conos y Bahía Fracasso, en la sureña provincia de Chubut.

El pasado 1 de octubre, al caer el sol, un inusitado espectáculo sorprendió a los científicos en las aguas de Península Valdés, en el sur de Argentina: algo más de un centenar de ballenas francas dándose al unísono un banquete de plancton
Instituto de Conservación de Ballenas / EFE

Durante la primavera, es habitual ver en el área a grupos dispersos de ballenas, unos de madres amamantando a sus crías y otros de cópula y cortejo, y eventualmente alimentándose.

"Lo inusual en este caso es la cantidad de ballenas y que todas las que veíamos desde la costa estaban alimentándose y fue algo que duró durante muchas horas. No había ninguna que no estuviera alimentándose y eso nos llamó la atención", cuenta en una entrevista Mariano Sironi, director científico del ICB.

Los científicos consideran que en ese momento había una gran cantidad de zooplancton que permitió que todas las ballenas en la zona se dieran un verdadero banquete.

"Lo que creemos es que la densidad de plancton en ese momento era lo suficientemente alta como para que todas las ballenas de la zona decidieran comenzar a alimentarse al mismo tiempo", señala Sironi, quien explica que lo más habitual es ver un grupo comiendo en un "parche de plancton" y a pocos kilómetros observar a otro grupo en otra actividad diferente porque allí no hay alimento disponible.

En este caso extraordinario, los investigadores lograron observar a todos los individuos, adultos y juveniles, incluso los solitarios, nadando con la boca abierta y exhibiendo las barbas con las que se alimentan, sin saltos, coletazos u otros comportamientos típicos de las ballenas cuando no están comiendo.

Emocionados, los científicos pudieron incluso ver en detalle el movimiento de la lengua, la boca y el flujo del agua entrando por la abertura anterior y saliendo entre las barbas.

"Hasta vimos crías en etapa de ser amamantadas por sus madres con la boca abierta, quizás imitando a los adultos", cuenta Sironi.

Lo sucedido en aquel atardecer de octubre en el Golfo San José solo tiene como antecedente registrado un evento similar ocurrido en 2000, aunque entonces se contabilizaron unas 20 a 30 ballenas alimentándose al unísono.

Si este nuevo evento resultó excepcional para los científicos, lo fue aún más para Sironi, quien justo unos días, recorriendo en bote la misma zona donde se daría la multitudinaria "cena", se topó con Hueso, una ballena que conoce desde que nació en 1999, cuando el investigador realizaba sus estudios de doctorado sobre el comportamiento y el desarrollo social de las ballenas francas juveniles en Península Valdés.

Volvió a ver a Hueso durante el 'banquete' de 2000 y en otras cuatro ocasiones a lo largo de estos años, la última en 2019. También conoce a las cinco crías que tuvo.

"La puedo reconocer por las callosidades en la cabeza, cuya distribución y tamaño es distinto en cada individuo, y por las marcas blancas en la espalda, zona en las que falta la pigmentación normal de las ballenas, que es negra. Hueso, de hecho, tiene una mancha blanca con forma de hueso en la espalda", precisa el director científico del ICB, que tiene identificados a 4.200 ejemplares.

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