Educar con malabares

Confianza, autoestima, agilidad o nuevos amigos. Son solo algunos de los beneficios que puede aportar el circo, una actividad para niños y jóvenes que imparte la Escuela de Circo Social de Zaragoza desde hace más de 10 años.

Clases en la Escuela de Circo Social de Zaragoza.
Clases en la Escuela de Circo Social de Zaragoza.
F.J.

Malabares, acrobacias o trapecios y telas para los más atrevidos. Durante uno o dos días a la semana pequeños y jóvenes, de entre 6 y 18 años, se reúnen en un pequeño espacio de la Harinera ZGZ, en el barrio de San José, para poner en práctica sus habilidades circenses a través de la Escuela de Circo Social de Zaragoza.

Esta escuela nació en el año 2011, impulsada por los artistas de circo Hugo Gauthier y Javier Gracia, para mejorar y desarrolla las habilidades físicas y sociales de las personas a través del juego, la fantasía y la creatividad. Ahora, el equipo lo conforman siete personas entre docentes y encargados de su gestión. Al mando del proyecto se encuentran Rebeca Pena, Mónica Marco, Iván Benito, Javier Gracia, Ana Castrillo, Hugo Gauthier y Paula Pons, todos ellos con alguna vinculación con el deporte, la educación y, por supuesto, con el arte circense, ya que casi la mitad del equipo tiene su propio espectáculo o compañía.

Se trata de una actividad muy completa tanto física como psicológicamente, que en los últimos años ha aumentado su demanda. Este ejercicio permite trabajar valores como la superación, perseverancia, seguridad, además de desarrollar un gran trabajo en equipo. "La unión de grupo es muy fuerte. Hay que confiar en ellos y sumar para crear un espectáculo conjunto", explica el trabajador social y artista Javier Gracia.

La escuela cuenta con más de 150 alumnos, en diferentes grupos, que en las próximas semanas comenzarán a diseñar su actuación para el Festival de Circo Social que tendrá lugar en el mes de mayo. En él, los alumnos podrán demostrar lo aprendido en las clases a través de un espectáculo que combina el circo con la danza y la música.

Un grupo de once niñas, entre 8 y 9 años son las protagonistas de la sesión de los miércoles en la Escuela de Circo Social de Zaragoza. Entre acrobacias, colchonetas, trapecios y pelotas tratan de desarrollar tanto su agilidad como imaginación durante una hora a la semana. En ella practican todas las disciplinas del circo: acrobacia, aéreos, equilibrios, malabares y movimiento junto a la monitora y artista Rebeca Pena.

Las pequeñas tienen claros sus ejercicios favoritos. "A mí me encantan las telas y no dan nada de miedo", cuenta Liena. Malú es más de acrobacias como el ‘puente’ o el ‘sumo’ -que consiste en mantener el equilibrio sobre los cuádriceps de otra compañera, la cual se encuentra en posición de sentadilla-. Mientras que su compañera Julia no se decanta por ninguna especialidad: "Me gusta todo", añade.

Después de la sesión, para volver a la calma y antes de ponerse sus zapatillas, las alumnas hacen junto a la monitora una pequeña asamblea para comentar cómo han vivido la clase y qué es lo que más les ha gustado. Lo hacen a través de colores, el naranja, verde, rojo fuego o incluso morado con purpurina son algunos de los tonos que inundaron la clase del pasado miércoles.

La escuela, con sede en el barrio zaragozano de San José, trata de, a través de la practica del circo, ser una propuesta educativa, comunitaria y artística con una firme voluntad de transformación social del entorno y de su comunidad. Por ello, sus integrantes defienden los beneficios que puede aportar a sus alumnos. "Físicamente es un ejercicio muy completo que permite tener mayor conciencia corporal", explica el docente de la escuela Javier Gracia. En el plano psicológico, ayuda a "la superación, perseverancia, a la unión y autoestima. A nivel grupal, se crea una fuerte unión de equipo, respeto y la confianza de que tus compañeros te cuidan", añade Gracia.

La escuela

La Escuela de Circo Social de Zaragoza nació en 2011 con el objetivo de ser un elemento de transformación del entorno social. Aunque la idea comenzaba a surgir un año antes. Hugo Gauthier y Javier Gracia eran artistas de circo y educadores sociales en un Proyecto de Integración de Espacios Escolares (PIEE) y en una Casa de Juventud, respectivamente, en el barrio de San Pablo, donde vieron la "necesidad de una herramienta transformadora de la sociedad", cuenta Gracia. El mismo año de la puesta en marcha hicieron su primer Festival de la Escuela de Circo Social, donde aunaron a otros grupos de danza y otras artes escénicas de la ciudad.

Hasta el año 2016, el proyecto trabajaba junto a la Fundación Federico Ozanam, pero la incitativa "comenzó a crecer y era el momento de hacerlo de forma independiente", cuenta Gracia. En 2018, llegaron al espacio comunitario de San José, lo que definen como "un paso muy importante para el proyecto", cuenta Paula Pons, parte del equipo organizador y que se dedica por completo al trabajo en la escuela. En este sentido, "queríamos apostar por que esto puede ser una profesión y el equipo que tenemos se quede mucho tiempo, pudiendo dar más horas de clase, por ejemplo", cuenta Pons, que tras estudiar Ciencias de la Actividad y el Deporte (CCAFyD) decidió especializarse en Pedagogía. El equipo lo forman siete personas, aunque en alguna ocasión han llegado a ser hasta diez.

Además de las clases en la Harinera, realizan una sesión a la semana de Circo Joven en la Casa de Juventud de La Almozara. También algunos fines de semana preparan talleres especiales, como cursos intensivos o ‘circo en familia’.

El equipo de la Escuela de Circo Social (de izqda. a dcha.): Javier Gracia, Hugo Gauthier, Rebeca Pena, Paula Pons, Mónica Marco, Ana Castrillo e Iván Benito.
El equipo de la Escuela de Circo Social (de izqda. a dcha.): Javier Gracia, Hugo Gauthier, Rebeca Pena, Paula Pons, Mónica Marco, Ana Castrillo e Iván Benito.
Toni Galán

Otra de las actividades destacadas es el Festival de Circo de la Escuela, que celebran en el mes de mayo, o pequeñas giras por los barrios de Zaragoza. En el festival, los alumnos muestran a familiares, amigos y vecinos de la ciudad el espectáculo que ellos mismos han propuesto y preparado durante el curso, algo que ya comenzarán a idear en las clases de las próximas semanas. Los más mayores de la escuela esperan entusiasmados el próximo intercambio europeo de circo social con el Lido, centro de artes circenses de Toulouse (Francia). En esta edición, los alumnos, entre 13 y 17 años, viajarán durante unos días al Pirineo aragonés, donde intercambiarán experiencias y conocimientos junto a la escuela francesa. Se trata del tercer encuentro de ambas escuelas bajo el proyecto Circomún, el primero fue en 2019 en la ciudad francesa y el segundo, en 2021 en Zaragoza.

Ahora, forman parte de la escuela 155 alumnos de toda la ciudad, entre 6 y 18 años. Gracia confiesa que es una actividad que está teniendo un gran auge en los últimos años: "No ofrecemos más clases porque no damos abasto", cuenta. "Vienen alumnos incluso de Zuera o Utebo", añade Pons. Este éxito lo achacan a que, además de ser una actividad deportiva, "permite desarrollar la imaginación, la colaboración entre iguales y no se basa en la competición como otras disciplinas deportivas".

Como reflejo de este éxito, hace unas semanas la organización recibía el premio Marcelino Orbés a la Mejor Iniciativa para la Promoción del Circo aragonés. Por otro lado, también eran galardonados tres de sus monitores Ana Castrillo, Javier Gracia y Hugo Gauthier, que forman la compañía D’Click. Este grupo recibía el premio al Mejor Espectáculo de 2022, con su actuación ‘Latas’. Ser artista y docente a la vez es un trabajo con grandes posibilidades de poder compaginarse: "La escuela se desarrolla durante el curso escolar, entre septiembre y junio, y el trabajo con la compañía es mucho mayor durante el verano", explica Gracia.

Circo para todos

La escuela se centra en la infancia y juventud, aunque también ofrece una sesión libre a todo aquel, mayor de 13 años, que esté interesado en adentrarse en el mundo del circo.

Los miércoles, a partir de las 19.00, en la Harinera ZGZ, en San José, es el momento de los más mayores. Se trata del grupo abierto de la escuela dirigido a los jóvenes y para el que no es necesaria la inscripción. "Durante los meses después a la pandemia, pedíamos inscribirse para poder tener un control con los aforos. Ahora ya no es necesario y siempre viene gente", cuenta Pons.

Durante una hora y media una decena de desconocidos -aunque algunos ya son amigos tras coincidir en este espacio- practican por libre su especialidad favorita, aunque siempre con la supervisión de un monitor de la escuela. "El espacio nos permite ser unas 15 o 20 personas", añade Pons.

Rebeca Pena, que además cuenta con su propio espectáculo bajo el nombre ‘soy Ferropotrina’, es quien lleva también esta actividad. Para romper el hielo y comenzar la clase se realiza un pequeño juego con el objetivo de conocer los nombres de los compañeros con los que compartirán la tarde. Antes de empezar cada uno con su especialidad o con la modalidad con la que prefieran experimentar, también hacen unos ejercicios, individuales y por parejas, para deshinibirse y comenzar con la expresión corporal. Entre carreras de volteretas y juegos imitando los movimientos de sus compañeros, comienzan las primeras risas y el buen ambiente que inundan la sala cada miércoles.

A esta sesión asiste Julia García, de 16 años, una de las alumnas más veteranas que también participa en las sesiones ordinarias. Durante esta clase aprovecha para mejorar sus modalidades favoritas y aquellas que durante las clases no da tiempo. La joven, que acude a la escuela hasta tres días a la semana desde Valdespartera y estudia primero de bachillerato de Artes, comenzó en la actividad hace cuatro años tras haber probado con la gimnasia y el ballet. "Venir me ha hecho ganar mucha más confianza en mí misma", cuenta la zaragozana, especializada en los aparatos aéreos como las telas o trapecios.

García acude junto a su compañera Bera Martínez, quienes se conocieron durante estas clases. Tras la pandemia y haber dejado el deporte algo de lado, Martínez descubrió esta actividad a la que acude, también, tres días por semana desde el barrio de La Paz. La joven, de 16 años, lleva dos años asistiendo a la Harinera y confiesa que una de las mejores cosas de la actividad es "haber conocido a gente y hacer nuevos amigos".

Acercarse al circo en Zaragoza

Durante el curso, la Escuela de Circo Social de Zaragoza organiza y participa en diversos eventos con el objetivo de divulgar esta actividad y dar a conocer a sus artistas entre pequeños y mayores.

El próximo mes de febrero tendrá lugar una nueva edición de Espacio Reto, un espectáculo donde conocer las propuestas de artistas emergentes de Zaragoza. Una gala que tiene como objetivo ser un espacio en el que dar visibilidad a los procesos creativos que se están desarrollando en la ciudad.

En el mes de mayo, celebrarán el Festival de la Escuela de Circo donde los alumnos mostraran el espectáculo que han preparado durante el año. También participan artistas y compañías invitadas con el objetivo de contagiar de circo a los vecinos y vecinas de la ciudad.

Otra de las citas más esperadas por los alumnos es el intercambio con otras escuelas. En esta ocasión, acudirán a hacer una pequeña gira por el Pirineo aragonés acompañados de otra escuela de circo de Toulouse (Francia).

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