¿Sabes cuál es el animal más dormilón?

En este curioso ranquin, hay especies que pueden pasar más de doce horas el día en los brazos de Morfeo.

En la imagen, EyePet, la única cría de koala nacida en España.
En la imagen, EyePet, la única cría de koala nacida en España.
EFE

¿Cuántas veces, a mitad de semana, cansados y estresados por el día a día hemos soñado con convertirnos en un oso perezoso y pasarnos el resto del tiempo que nos queda durmiendo? A muchos nos gustaría hacerlo, pero aún así no dormiríamos tanto como lo hace un koala, que es el animal que más tiempo pasa en brazos de Morfeo, casi 22 horas cada día y el resto, apenas 120 minutos, los dedica a otros menesteres, como comer o asearse.

Una de las curiosidades de este animal, oriundo de Australia, es que no duerme por una necesidad biológica, relacionada con sus bioritmos, por ejemplo, sino que lo hace porque le encanta. Y lo peor de todo es que se enfada muchísimo cuando se le despierta.

Algo similiar le ocurre al perezoso, que duerme una media de 20 horas al día, aunque en este caso lo hace por necesidad, ya que sus movimientos son tan lentos porque tienen una cantidad muy limitada de energía y ésta la usa cuando tiene que hacer algo, porque contrariamente a lo que indica su nombre, se trata de un animal, muy, pero que muy trabajador.

En este listado de dormilones, no podíamos olvidarnos del armadillo, que duerme 19 horas al día. En este caso, el sueño parece estar justificado por el peso que tiene que cargar durante todo el día, ya que su caparazón pesa hasta tres veces más que su cuerpo. ¡Y esto le agota!

Otros animales dormilones son el hámster y la ardilla, que duermen 14 horas al día, y  el gato y el cerdo, con 13.

Otra mascota dormilona es el perro, cuyas horas de sueño oscilan entre las 12 o 13 diarias, pero en este caso, se trata de diferentes etapas de sueño, ya que alternan un periodo más largo, con pequeñas siestas que realizan a lo largo del día.

Y entre los perros más dormilones, el San Bernardo se encuentra a la cabeza, seguido del Gran Danés. Los dos prefieren estar tumbados antes que jugando, andando o corriendo.

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