Aprender la lengua de signos está de moda

Más de 450 personas aprenden lengua de signos al año en Zaragoza gracias a la Agrupación de Personas Sordas de Zaragoza y Aragón (AZSA).

Una clase de lengua de signos en la Agrupación de Personas Sordas de Zaragoza y Aragón (AZSA).
Una clase de lengua de signos en la Agrupación de Personas Sordas de Zaragoza y Aragón (AZSA).
C. I.

Desde hace casi dos décadas, la Agrupación de Personas Sordas de Zaragoza y Aragón (AZSA) organiza cursos de lengua de signos como si de una academia de inglés o de francés se tratase. Una lengua que es oficial en España desde 2007, en concreto desde la publicación de la ley 27/2007 del 23 de octubre en el Boletín Oficial del Estado (BOE).

Una lengua, o mejor dicho lenguas, bastante desconocidas en nuestro país, a pesar de contar con años y años de historia –precisamente encontramos las primeras referencias de su uso en 1620 en la obra ‘Reducción de las letras y arte para enseñar a hablar a los mudos', de Juan Pablo Bonet Barletserbant. Y sí, estan leyendo bien, lenguas, porque no existe una universal como ocurre con otros idiomas, sino que se trata de una lengua diferente en cada parte del mundo… “Es una lengua cultural”, explica Lucía Iguacel, responsable de formación de la Agrupación de Personas Sordas de Zaragoza y Aragón (AZSA).

En su sede, ubicada en la calle San Voto 9, de Zaragoza, se imparten nueve cursos de distintos niveles –A1, A2 –iniciales-, B1 –intermedio- y B2 –superior-, desde 1999. “Estos cursos dan accesibilidad a las personas sordas y ponen en valor nuestra lengua”, explica Iguacel, que asegura que los objetivos de esta actividad son tanto dotar a los alumnos de las competencias lingüísticas necesarias, como dar a conocer a la comunidad sorda al resto de la ciudadanía.

“Puede inscribirse cualquier persona, aunque por norma general son mayores de 16 años con familiares sordos, trabajadores de la Administración o personas que van perdiendo audición. Casi todos son oyentes”, indica la responsable. Un perfil que cada vez se va ampliando más y más… Cada año en torno a 450 alumnos pasan por sus cursos, la gran mayoría en Zaragoza, pero también en otras localidades aragonesas como Caspe, Calatayud, Torres de Berrellén…

En cuanto al coste, estos cursos rondan los 100 euros, con materiales incluidos, y tienen diferentes duraciones según el nivel. Por ejemplo, el A1 son 60 horas, frente a las 150 del B2. Además, se trata de un título homologado por la Confederación Estatal de Personas Sordas (CNSE) y por el Plan de Formación Permanente del Profesorado.

Y aunque conviven con nosotros, la realidad es que todavía existen multitud de falsos mitos en torno a la comunidad sorda como, por ejemplo, la existencia de una única lengua de signos universal –ya que cada territorio posee su propia lengua- o el hecho de atribuirles un problema en las cuerdas vocales, es decir, confundirles con sordomudos. “La mayoría de las personas sordas tenemos capacidad de hablar, lo que ocurre es que no controlamos el nivel de nuestra voz y por eso no hablamos”, añade Iguacel. A estos falsos mitos se les suma la creencia de que todos los sordos lean los labios o atribuirles la misma comprensión lectora.

“A la hora de estudiar lengua de signos una de las mayores dificultades es la gramática, y sobre todo, controlar la expresión facial. Gracias a ella expresamos los sentimientos y emociones que no podemos trasladar con la entonación”, prosigue. Otra cosa muy curiosa es la importancia del ‘feedback’, es decir, que cuando formas parte de una conversación con lengua de signos hay que prestar atención al acto comunicativo, “ya que no puedes afirmar sin mirar o despistarte con el móvil”, añade.

Tendiendo puentes de comunicación

Una de las personas que forman parte del equipo de AZSA es Rosa Neira, coordinadora del Servicio de Intérpretes de legua de signos y guías intérpretes para personas sordociegas. “Desde muy pequeña me llamó la atención la lengua de signos y pronto me especialicé en Audición y Lenguaje”, recuerda la zaragozana, que lleva más de 14 años como intérprete. “La mayoría de las solicitudes que nos llegan consiste en problemas cotidianos de personas sordas de Aragón que necesitan comunicarse en el hospital, en el juzgado o en un comercio. Somos como sus puentes de comunicación”, resume.

Precisamente en una de las aulas del nivel A1 de la entidad se encuentra Verónica Fernández, guía turística de 39 años que siempre ha sentido una curiosa atracción por esta lengua: “Estoy descubriendo un mundo nuevo muy interesante y me gustaría hacer uso de estos conocimientos en mi trabajo”. Otra de sus compañeras, Alba Morella (30) asegura que le servirá para atender mejor a este colectivo cuando visite la asociación de consumidores en la que trabaja como abogada. “Hice un curso de cuatro días en el CIPAJ donde me cautivó por completo. No sé si lo aplicaré en mi día a día, pero es algo que quiero hacer por mí”, reconoce.

Ambas coinciden en la dificultad de aplicar las normas gramaticales y de la comunicación gestual en cada frase. Como sus compañeras, Rosa Perales, maestra infantil de profesión y natural de Tierga, asegura que su motivación se reavivó en pasado 8 de Marzo, cuando, en la concentración de mujeres, se percató de la presencia de una traductora de lengua de signos. “En mi trabajo, mejorar la expresión corporal y gestual es algo muy positivo, sobre todo porque nos relacionamos con niños pequeños de otros países que tienen dificultades a la hora de comunicarse”, añade.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión