Pocas cosas parecen más ibéricas que un derbi Madrid-Barça. O que los programas deportivos que, cada domingo, repasan en la radio todos los goles de la jornada.

Y sin embargo, el fútbol no es un producto español. Llegó a nuestro país a finales del siglo XIX de la mano de los trabajadores ingleses de las grandes corporaciones británicas que se instalaron en diversos puntos de nuestra geografía. La cuna del balompié patrio está muy ligada a todos esos lugares.

El honor de contar con el primer club de fútbol corresponde a la localidad onubense de Ríotinto. Allí se instaló en 1873 la Río Tinto Company Limited, dispuesta a explotar los valiosos yacimientos mineros de la zona.

Los trabajadores británicos de la empresa formaron una pequeña colonia, en la que mantenían vivas las costumbres de su país. Para animar su vida social, además, en 1878 fundaron el Rio Tinto English Club, cuyos socios se reunían para compartir su tiempo de ocio y practicar deportes. Cricket, polo, tenis, billar, golf... y por supuesto, fútbol, estaban entre las actividades favoritas de los jóvenes empleados.

Así, ese mismo año nació el Río Tinto Football Club, que está considerado el primer equipo de nuestro país. Aunque su vida fue efímera: tras unos años se convirtió en el Balompié Riotinto y desapareció tras la Primera Guerra Mundial.

La semilla estaba sembrada. Los equipos de fútbol se reproducían por muchas ciudades, y en pocos años ese extraño juego que habían traído los ingleses conquistó a los españoles. Había nacido el deporte rey