El ​duque de Alba: "La crisis ha afectado a la Casa de Alba"

Confía en una buena relación entre la Casa de Alba y el nuevo poder municipal de Madrid.

Carlos Fitz-James Stuart Martínez de Irujo, XIX duque de Alba.
El ?Duque de Alba: "La crisis ha afectado a la Casa de Alba"
Efe

Desde el pasado 16 de junio, Carlos Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo es oficialmente duque de Alba, el decimonoveno heredero del título nobiliario con más solera y tradición en España, y en quien recae la responsabilidad de proyectar hacia el futuro un legado con más de 600 años de historia.


Un imponente legado histórico, artístico, económico y cultural que desde el siglo XV, con el primer duque, García Álvarez de Toledo, hasta hoy no ha parado de crecer, custodiado con mimo por los antepasados de Carlos Fitz-James Stuart. Un patrimonio familiar -la de los Alba es una de las colecciones privadas de arte más importantes del mundo- que ha sufrido también las consecuencias de una crisis económica que ha golpeado con dureza en los últimos años.

"La crisis ha afectado a todos; también a la Casa de Alba, no hemos sido una excepción", asegura el XIX duque de Alba.


Hace un mes, el Boletín Oficial del Estado publicaba una resolución del Ministerio de Justicia en la que se hacía oficial la sucesión en el Ducado de Alba de Tormes, con Grandeza de España, solicitada en abril por el hijo primogénito de la anterior duquesa, Cayetana, y que lleva aparejados otros aproximadamente cincuenta títulos nobiliarios.


Mujer y aristócrata de rompe y rasga, de gran carisma, Cayetana de Alba moría a los 88 años de edad el pasado 20 de noviembre, en su siempre querido palacio de las Dueñas, de su no menos querida Sevilla, la ciudad donde fue feliz y sintió el cariño de sus gentes. Allí, según dispuso, reposan para siempre la mitad de sus cenizas.


Carlos Juan Martínez de Irujo Fitz-James Stuart -él y su hermano Jacobo, conde de Siruela, decidieron invertir el orden de sus apellidos, para que no se perdieran los de su madre- recibe la entrevista en el madrileño palacio de Liria, para una sesión fotográfica y una conversación distendida.


Sobre la mesa de su despacho, decorado con sobriedad y maderas nobles, con vistas al jardín de la fachada principal y a pie de calle, una fotografía de su madre le mira a los ojos. Cerca también otra de sus dos hijos, Fernando y Carlos, que viven con él en Liria. Antes del encuentro, el duque ha contestado por escrito un cuestionario, en el que ha preferido dejar en blanco la respuesta a una pregunta sobre lo que opina del nuevo mapa político surgido de las recientes elecciones municipales y autonómicas.


Sin embargo, sí ha respondido a otra sobre cómo confía que sea la relación de la Casa de Alba con el nuevo poder municipal y autonómico salido de las urnas el pasado mes de mayo.  "Estoy seguro -dice- de que continuará siendo espléndida, como ha sido siempre, y con el mismo espíritu de colaboración".


Pregunta.- ¿Cómo han sido estos primeros meses como jefe de la Casa de Alba? ¿Ha cambiado en algo su día a día?

Respuesta.- Muy intensos e interesantes. He tenido que tratar temas ilusionantes e importantes para la Casa. Mi vida es prácticamente igual, pues ya antes de fallecer mi madre me ocupaba de todo, más o menos de la misma manera. No tengo una vida nada gregaria; todos los días son diferentes, alternando la oficina con reuniones de todo tipo.


Ha sido un no parar, con una agenda cargada de compromisos y un reto por encima de otros: "Ordenar la parte económica de la Casa, y continuar trabajando para el sostenimiento y divulgación de su patrimonio histórico artístico". En esa agenda hay anotadas dos citas que le hacen especial ilusión: la inauguración en Dallas, en septiembre, de una exposición de bienes artísticos de los Alba, "más importante" todavía que la celebrada en Madrid en 2013, y, en octubre, un viaje a Nueva York para recoger la medalla de oro que le ha concedido la Hispanic Sociaty.


"Las paredes de Liria se van a quedar vacías. A cambio, se van a restaurar varias obras", destaca el duque, que sostiene entre sus manos el borrador del discurso que pronunciará en Nueva York. Otro de los premiados es el Nobel Mario Vargas Llosa.


Una de las primeras decisiones que ha tomado ya como duque de Alba ha sido abrir al público el sevillano palacio de las Dueñas, donde falleció su madre en noviembre, "para que sea visitado como museo". Los de Liria, en Madrid, donde vive rodeado de obras maestras de El Greco, Goya, Velázquez, Zurbarán, Fra Angélico, Picasso, Rubens, Rembrandt, Sorolla..., y el de Monterrey, en Salamanca, las otras dos "joyas" arquitectónicas de la familia, "de alguna manera están abiertos al público un día a la semana". En sus planes no está, "de momento", ampliar esas visitas.


P.- ¿Ha tenido que cambiar muchas cosas en la Casa de Alba para adaptarla a la nueva realidad familiar?

R.- Indudablemente, he tenido que cambiar alguna cosa (que no concreta).


P.- Debido a la crisis, ¿será necesario desprenderse de alguna propiedad o de alguna obra de arte, como ha ocurrido recientemente o como han intentado, sin éxito, en otro caso?

R.- Pues probablemente, como ha tenido que hacer todo el mundo en mis circunstancias alguna vez. La palabra vender alarma mucho, pero no hay motivo. Igual que se vende, se compra.


Todavía en vida de la duquesa Cayetana, Christie's subastó, en mayo de 2013, el mobiliario de una sala de baño art déco que el abuelo materno del actual duque encargó en los años veinte del siglo pasado. Conjunto por el que se recaudaron más de seis millones de euros.


Por el contrario, en marzo la justicia prohibió a los Alba sacar a la venta, también en Christie's, una carta manuscrita de Cristóbal Colón a su hijo Diego, fechada en 1498 y valorada en 21 millones de euros.


El duque reconoce que la operación de venta quizás no fue meditada previamente en profundidad, ni explicada convenientemente, al tiempo que recuerda que la Fundación Casa de Alba necesita recursos económicos suficientes para cumplir con su obligación de mantener y proteger su importante riqueza patrimonial. Todo el patrimonio de la Casa de Alba, poseedora de una de las fortunas más grandes de España, está gestionado por una Fundación creada en 1975 por la duquesa Cayetana. "Su presupuesto es muy pequeño. Es necesario ampliarlo, porque las necesidades son muchas", comenta su actual presidente. Los hermanos, confirma el mayor de los Alba, han puesto a la venta un cuadro de Renoir, "Busto de mujer con sombrero de cerezas", que formaba parte del legado personal de la duquesa Cayetana.


P.- En su biografía, 'Lo que la vida me ha enseñado', su madre decía de usted que es conservador, y se mostraba convencida de que protegerá el título, su historia y su patrimonio. ¿Será éste su principal objetivo vital hasta el final de sus días?

R.- Sí. Desearía que al final de mi vida pudiera tener la conciencia tranquila de haber conservado, en la medida de lo posible, todo aquello que me ha llegado de mis antepasados, y poderlo transmitir a mis sucesores.


P.- La existencia de la Fundación ¿garantiza un futuro sin sobresaltos para dicho legado?

R.- Bueno, si consigo desarrollar mis proyectos, indudablemente que sí. Mi madre tenía siempre un inmenso interés para que todo se conservara lo mejor posible.


P.- ¿Está en sus planes incrementar en algún momento ese patrimonio, adquirir nuevas propiedades u obras de arte?

R.- Me encantaría en el futuro, si se dieran las circunstancias, incrementar el patrimonio artístico, pero lo veo difícil.


P.- ¿Goza la Casa de Alba de buena salud financiera?

R.- Se hace y se hará todo lo posible para que así sea. Para cumplir con éxito la misión de preservar el patrimonio familiar, el duque considera que sería de gran ayuda una Ley de Mecenazgo.


"Sí, es fundamental -recalca- que todas las instituciones y personas particulares se sientan estimuladas socialmente y por el Estado para conservar el patrimonio histórico artístico que dependa de ellos, al igual que ocurre en muchos países de Europa y en Estados Unidos".


"Serio, más bien tímido y con mucho sentido del humor". Estos son, según sus palabras, los rasgos más destacados del carácter de este madrileño nacido el 2 de octubre de 1948, licenciado en Derecho por la Universidad Complutense. Un hombre de educación y trato exquisitos a quien le gustaría que los españoles vieran en él a "una persona responsable y de su tiempo".


El XIX duque de Alba cree que la imagen que de él transmiten los medios de comunicación "sí" se corresponde con la realidad, y en cuanto a aficiones se declara amante de la navegación -"Me encanta la mar", asegura-, el cine, la lectura, de libros de historia y biografías, y la música, todo tipo de músicas.

Por personalidad, continúa, no ha sido "nunca mediático", como sí lo fue su madre, hasta el final de sus días, si bien "eso no quiere decir -puntualiza- que no procure tener la presencia (en los medios) que mi vida requiera en cada momento".


"Siempre -insiste- he procurado ser discreto y, en la medida de lo posible, me gustaría seguir siéndolo; naturalmente, cumpliendo con todas mis obligaciones".

El 18 de junio de 1988, en el altar mayor de la catedral de Sevilla, el entonces duque de Huéscar contraía matrimonio con Matilde de Solís-Beaumont y Martínez Campos, hija de los marqueses de la Motilla y condes de Casa Alegre, una familia noble sevillana también de gran tradición.


La pareja tuvo dos hijos: Fernando, futuro XX duque de Alba, que trabaja en una entidad bancaria española, y Carlos. Después de estudiar en Boston, ahora viven entre Madrid y Sevilla. En 2000, Carlos y Matilde rompieron su matrimonio, que en 2006 recibió la nulidad eclesiástica.


Posteriormente, Carlos Fitz-James Stuart fue fotografiado en numerosas ocasiones y lugares en compañía de la empresaria y financiera Alicia Koplowitz. Y aunque muchos medios afirmaron que entre ellos había algo más que una estrecha amistad, la pareja nunca confirmó que eso fuera así. Desde hace ya tiempo, no se les ha vuelto a ver ni a fotografiar juntos.


P.- ¿Echa en falta la compañía de una pareja para afrontar esta nueva etapa vital?

R.- La verdad es que no.


El duque de Alba habla con entusiasmo de sus dos hijos, con los que mantiene una relación que califica de "muy buena". Dos jóvenes de hoy a los que su padre ha educado en los mismos valores que a él le inculcaron sus padres, Cayetana de Alba y Luis Martínez de Irujo. "Creo que les he educado bien; yo estoy muy contento y orgulloso de ellos", insiste.


Sobre la herencia de la duquesa Cayetana, que en gran parte legó en vida a sus seis hijos, su primogénito, Carlos, se limita a decir que "simplemente quedan fuera unos flecos" por resolver. Solo así se cerrará definitivamente ese capítulo familiar.


P.- Siete meses después del fallecimiento de su madre ¿cómo son las relaciones de sus seis hijos? (Carlos, Alfonso, Jacobo, Fernando, Cayetano y Eugenia).

R.- Todos los hermanos tenemos buena relación (responde lacónico).


P.- ¿Y de los seis con el tercer esposo de su madre, Alfonso Díez, su viudo?

R.- También muy buenas (asegura con igual o mayor laconismo).

Y antes de despedirse, y de posar ante el retrato que Goya pintó de la duquesa Cayetana -"La verdad es que yo no desciendo directamente de ella, murió sin descendencia", recuerda- el XIX duque de Alba se extiende, en un breve recorrido por Liria, sobre cómo su abuelo y su madre se empeñaron en reconstruir el palacio, destruido por las bombas durante la Guerra Civil, y lo costoso que es hoy su mantenimiento.

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