Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Tecnología. Inteligencia textil

Infinitos campos de aplicación se vislumbran al hablar de textiles inteligentes. Desde hace algo más de una década, las nuevas tecnologías que han irrumpido en un sector tan tradicional como el textil están avanzando más allá del alto nivel de desarrollo ya alcanzado por los llamados textiles técnicos. Interés por desarrollar mejores productos con mayores funcionalidades y la necesidad del sector textil occidental de adaptarse a los retos impuestos a la industria por los procesos de globalización de la producción ?con un desplazamiento importante hacia países en vías de desarrollo? son los motores de la que puede ser la próxima revolución textil.

Con unos pocos leds y fibra de vidrio insertada en el tejido, se puede cenar en plena Vía Láctea
textil inteligente
LUMIGRAM

INNOVACIÓN TEXTIL

Por sus pasos los contaréis. Hoy es factible calcular cuántas personas han transitado por un lugar, mediante sensores de presión mimetizados en una alfombra. O podemos saber si un bebé tiene fiebre, por el cambio de color de su pijama. Y también es posible tratar la ‘piel de naranja’ sin cremas ni masajes, sino mediante ropa interior que, por el roce con el cuerpo, libera anticelulíticos. Y no hace falta ir muy lejos. El ‘hilo anticelulitis’ se fabrica en la empresa textil Nurel, en Zaragoza. También se trabaja en soluciones para enfermedades crónicas. El Hospital de Igualada, junto con el centro tecnológico Fitex, industrias textiles catalanas y la agencia catalana de soporte a la empresa, ACC10, está desarrollando el proyecto Sanitex, de materiales textiles para el tratamiento de psoriasis, pie diabético y dermatitis atópica. Las aquí descritas, y otras muchas funcionalidades hasta ahora inimaginables, se están haciendo realidad gracias al desarrollo de los textiles inteligentes.


Pero, ¿qué es un textil inteligente? Es aquel producto textil capaz de detectar estímulos del entorno y, lo más importante, reaccionar ante ellos. Estos estímulos pueden ser mecánicos, térmicos, químicos, eléctricos o magnéticos. Esta capacidad de reacción es el paso adelante que diferencia a los textiles inteligentes de los textiles técnicos como el goretex, que son los diseñados para adaptarse a las funciones y exigencias cualitativas del producto final –permitir la transpiración aportando impermeabilidad en este caso–, pero que no ofrecen respuesta alguna a los estímulos del exterior.


Son diversas las tecnologías usadas en la elaboración de textiles inteligentes. Una de las más empleadas es la microencapsulación de principios activos que se liberarán mediante el roce de la prenda con el cuerpo, haciéndonos oler a menta o librándonos de las picaduras de los mosquitos. Otra tecnología líder en este novedoso campo es la nanotecnología, empleada, como la microencapsulación, en distintas partes del proceso productivo textil, como el hilado o los acabados. La incorporación de nanopartículas metálicas permite elaborar hilos textiles conductores de la electricidad. Además, fibras nanométricas para aplicaciones en filtrado y medicina se pueden producir mediante el hilado eléctrico o ‘electrospinning’.


NANOSEGURIDAD

La nanotecnología está revolucionando la medicina, la química y la electrónica, pero su desarrollo no está exento de polémica. Productos sólidos, invisibles, que no se depositan debido a su ínfimo peso. Cada nanopartícula presenta una potencial toxicidad diferente, determinada por su composición, su tamaño, su forma, su estado de agregación y la dosis o cantidad presentes. En 2004, la Royal Society británica publicó un informe en el que urgía a la UE a estudiar y controlar los posibles riesgos de los nanomateriales sobre la salud y el medio ambiente.


Desde 2005, distintos comités científicos han trabajado en el desarrollo de líneas maestras de seguridad para la producción, manejo, detección, reciclado y eliminación de productos elaborados con nanomateriales. Sin embargo, no fue hasta febrero de 2009 cuando, para concentrar todos los aspectos referidos a la seguridad de los nanomateriales, se creó el EU Nanosafety Cluster.


En España también vio la luz Nanosost, un proyecto de nanoseguridad que incluía a empresas, universidades y centros tecnológicos y que duró solo dos años ya que, en 2010, el Ministerio de Ciencia e Innovación decidió no prorrogarlo un tercer año. La última iniciativa en este campo es el proyecto trianual liderado por la UE Nanovalid, que arranca el 1 de mayo con un presupuesto de 9,6 millones de euros y 35 socios en todo el mundo y en el que la Universidad de Zaragoza, que contará con un presupuesto de 616.000 euros, es el único representante español. Y es que la investigación sobre la toxicidad de los nanomateriales resulta imprescindible y urgente, porque el mercado crece mucho más rápido que los estudios en salud y seguridad.


LO ÚLTIMO

Ya en el mundo ‘macro’, se producen textiles inteligentes muy llamativos incorporando fibra óptica y ‘rayándola’ con láser para que produzca miles de pequeños puntos de luz al iluminar uno de sus extremos con un led. Es lo que hace la empresa Lumigram en productos como manteles, ropa de cama o vestidos de novia o de noche.


De cara al futuro, una técnica prometedora es el tratamiento superficial por plasma, gas ionizado que se ha dado en llamar el cuarto estado de la materia. Compañías como Quadrada, en Mataró (Barcelona), la emplean sobre piezas acabadas, para producir tejidos hidrófugos o hidrófilos –que repelen o atraen el agua– e, incluso, hidrófilos por una cara e hidrófobos por la otra. Pero esta tecnología, que requiere vacío, aún tardará años en poder aplicarse masivamente a escala industrial.


DEL LABORATORIO AL MERCADO

A nivel mundial, la actividad de I+D es notable en el campo de los textiles inteligentes, aunque estos se encuentren todavía lejos del mercado, como reconoce Lara Rodríguez, responsable del sector textil del Centro Tecnológico Leitat de Tarrasa (Barcelona). Son incontables los proyectos en marcha y las aplicaciones que se espera que tengan e innegable la mejora de calidad de vida que pueden aportar; pero es una realidad tangible que el mercado no está todavía preparado para absorber este tipo de productos de forma mayoritaria. Para Rodríguez, el despegue comercial de los textiles inteligentes no solo se enfrenta a dificultades derivadas de la crisis económica actual. Más importante es el elevado coste de desarrollo y producción, que se tiene que repercutir en el precio, y que no es en este momento asumible por los potenciales mercados consumidores. En cualquier caso, tendremos que esperar probablemente entre 20 y 25 años a que desarrollo tecnológico y economía de escala se conjuren para que el precio de las aplicaciones permita su empleo de forma generalizada.