Por
  • Manuel de Miguel

El gol de Esnáider

Esnáider celebra su gol en la final de la Recopa
Esnáider celebra su gol en la final de la Recopa
Archivo

Al 10 de mayo los zaragocistas lo apodamos hace tiempo ‘San Nayim’, recordando el portentoso gol del que hoy se cumplen 29 años. Celebramos la final de la Recopa en París, donde el Real Zaragoza logró el mayor éxito de su admirable historia. 

Si me permiten seguir la broma con el santoral, hoy realmente es el día del Santo Job, quien como saben aguantó las mayores desgracias y penalidades sin perder nunca la fe. Lo propongo como patrono de los zaragocistas actuales.

En aquel 10 de mayo, con 18.000 aragoneses en el Parque de los Príncipes, también se vivió justo en el ecuador de la segunda parte un golazo soberbio. Tras un toque de cabeza de Poyet el balón queda suelto y Juan Eduardo Esnáider se revuelve y lo golpea con gran violencia desde fuera del área, sin que Seaman pudiera ni enterarse hasta verlo chocar en la red. El 1-0 condujo a la euforia a futbolistas y seguidores, pero quedaría opacado por el milagro que llegó después. Ninguno se puede comparar, ni acercar, al gol de Nayim. Lo reúne todo. Se marcó en el último minuto de una prórroga empatada, en una final europea y golpeando el balón desde casi 50 metros. Varias publicaciones lo han considerado el mejor gol de la historia del fútbol. Nayim personalizó para siempre aquel triunfo, cada 10 de mayo recordamos a nuestro héroe, al que incluso dedicamos una calle en el barrio de San José.

Esnáider tenía entonces 22 años, completó una Recopa fabulosa marcando en todas las eliminatorias que superó el equipo de Víctor Fernández. Su tanto, que en esta columna reivindico, pudo ser mítico. Si no llega a marcar el Arsenal 9 minutos después en un barullo en el área de Cedrún, el argentino habría dado el título al Zaragoza y se hubiera convertido en leyenda. No habría existido ni prórroga ni la proeza sobrenatural de Nayim. Sucede a menudo: las circunstancias, las coincidencias, restan importancia y trascendencia a logros brillantes, que se ven oscurecidos injustamente. Cada 10 de mayo también deberíamos evocar, al menos un poquito, el golazo de Esnáider.

Manuel de Miguel es periodista

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