“Ay, Madrid, estás chipén”
No pregunten cómo ni por qué he estado todo el día recreándome con un chotis de José de Aguilar titulado ‘Madrid, Ave Fénix’. El cantante se conoce que fue la voz de oro de la radio española en los años 50 y 60 del pasado siglo y, para más señas, es a quien se escucha también en el himno del equipo merengue.
El caso es que la cancioncita trata de retratar cómo la capital española "resurge moderna y pinturera" –así se dice–, tras la devastación y los negros años que sucedieron a la guerra civil. En una suerte de lavado de cara del régimen, el chotis habla de cómo se está haciendo de Madrid "una gran urbe, magnífica, moderna y colosal" y cómo ha logrado "un tránsito rodado europeo". Mi parte preferida es cuando se loan "sus pasos subterráneos" y "sus aparcamientos sin igual", maravillas –por lo visto– superiores al Museo del Prado o los palacios de los Austrias.
Cuando consulto en la hemeroteca temas de urbanismo o de vivienda de hace unos cincuenta años, siempre me sorprende ver cómo en nombre del progreso se habla, por ejemplo, del tráfico en términos de hitos y récords, pero no como un problema. Que tal o cual rotonda alcance ya el paso de 100.000 vehículos diarios es más un signo de la "flamante nueva ciudad", que un síntoma de perdición. A veces pienso si no estaremos hoy haciendo lo mismo con plazas de cemento, alcorques sin árboles, parques con ‘overbooking’ de quioscos... En el chotis, que concluye con un chulesco "ay, Madrid, estás chipén", también hay una coplilla que es incontestable: "Las madrileñas sienten gran contento por las reformas del Ayuntamiento". Así, sí. Sin disidencias. Ni Putin ni Kim Jong-un, oiga.
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