Por
  • Toni Losantos

Llagas

Troncos apilados en el Alto Tajo hace 8 días. SOS Montes Universales contabilizó otros 20 montones.
Troncos apilados en el Alto Tajo 
Heraldo

La vieja provincia se cimentó con esa parsimonia geológica que la ha hecho célebre, o al menos superviviente. No parece real. Por las naturales cicatrices del paisaje corren a plena luz las icnitas de los saurios, y afloran en los terraplenes los cansados fémures de piedra. Millones de años, una quietud de portentosa constancia.

Cuidado: la atávica lentitud lleva en la cruz el desenfreno. A veces, en un bucle –del espacio y del tiempo– coinciden los geólogos y los mineros. La provincia es una masa pétrea, llena de vida interior, un paraíso inverso y contrafactual. De todo tiene y tiene para todos. Unos con rasqueta, criba y cepillo y otros con una excavadora, llevándose a capazos el pasado inerte, que cobra vida en otras partes porque la historia de la humanidad está llena de transmutaciones.

Hace seis décadas, un suspiro, despedíamos los camiones cargados de mineral en los poemas de Labordeta. ¿Qué fue de aquel frenesí minero? Cerraron los pozos, hasta volaron las altas chimeneas, y ya crecen los pudorosos tomillos sobre las escombreras. Mientras tanto, en este presente circular y cósmico, lejanos despachos, intermediarios ventajistas y nuestra propia codicia cejijunta urden un nuevo asedio a las arcillas, se multiplican los proyectos, la humilde tierra vuelve a cotizarse. El paisaje, como el oro, es maleable. Se alumbra un horizonte descarnado.

No da abasto la provincia. Ya no quedan brazos para trabajar la tierra, ni, menos aún, para levantar pancartas. Al viejo cuerpo llagado le supuran las vagas tentaciones, también las amenazas. Bajan por la tolva las últimas resistencias, los pueblos más bonitos, el chipichape de los purines, la pávida fragilidad de los multiservicios, los nuevos pobladores, las utopías electorales.

Tierra quieta no va a quedar ni para enterrar a los muertos, que venían siendo la población mayoritaria. Provincia yacente y martirizada, llagas abiertas en el patio trasero de la prosperidad.

—Pero si se llama progreso, no me seas negacionista.

Toni Losantos es profesor de Instituto en Teruel

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión