Por
  • Juan Antonio Falcón Blasco

Europa, más que nunca

Europa, más que nunca
Europa, más que nunca
Pixabay

Los europeos, y la comunidad internacional, estamos inmersos en una época marcada por un fin de ciclo. Todo cambia, la geopolítica, la economía, la tecnología, la política y la sociedad van a ser muy diferentes de como las hemos conocido. 

El mundo afable y predecible de las instituciones multilaterales, la cooperación entre países y la primacía del derecho internacional está siendo sustituido por la rivalidad entre grandes potencias y la ley del más fuerte. Y los actores internacionales consideran la seguridad económica, energética o tecnológica más importante que el mantenimiento de mercados abiertos.

Esta deriva, junto a la cada vez mayor evidencia de que Estados Unidos ya no prioriza garantizar la defensa de Europa, hace imperativo que la Unión Europea materialice el concepto de autonomía estratégica y lo lleve tanto a los ámbitos geopolítico y de la defensa como al económico. Aquí radica la supervivencia del Continente tal como lo hemos conocido hasta ahora. Mucho más si queremos ser ese referente de democracia y estabilidad para tantos países que se fijan en Europa como modelo a seguir.

Pese a indecisiones, dudas y ataques de autócratas, la Unión Europea y lo que representa son más necesarios que nunca. Solamente en esta isla de democracia, Estado de derecho y derechos humanos los europeos podemos ser libres y gozar de seguridad en un entorno internacional cada vez más hostil. Por otra parte, en los últimos años se acredita con mayor nitidez que los Estados miembros de la UE fortalecen su acción asociados en los diversos aspectos de su devenir.

Hoy, 9 de mayo, se celebra el Día de Europa y los ciudadanos de la Unión debemos ser conscientes de que tenemos que perseverar en el camino que nos ha permitido ser una isla de democracia, libertad, progreso económico y bienestar social

El proyecto europeo se basa en la racionalidad, en la conciencia de las dificultades inherentes al camino recorrido y en la importancia de implicar a los europeos en él. Es un proceso sin finalidad utópica. Es una esperanza, una esperanza europea. La unidad es el mayor activo de Europa. Por ello, Europa debe invertir en unidad.

No podemos permitir que la carencia de sentido histórico y de altura de miras nos robe el futuro. La Unión Europea no será el cielo, pero nos sacará del infierno. Los anales europeos nos han enseñado que los sueños y las pesadillas son dos caras de la misma moneda. Posiblemente haya quien no lo recuerde, pero la integración europea ha traído a los Estados miembros de la UE una paz, un crecimiento económico y un progreso social que de otra forma no hubieran tenido. Si olvidamos esto, el pasado nos alcanzará.

Nadie discute que en el tronco común del Viejo Continente coexisten raíces diversas. Pero ha quedado de manifiesto que volver a situaciones anteriores de aislamiento y fraccionamiento político o económico en la Europa de los ciudadanos es un error. Más aún con el nuevo horizonte en el cual nos adentramos. En consecuencia, volvemos a reafirmar que una Europa unida es la opción que nos garantizará un estándar de vida, la protección frente a un escenario geopolítico y económico poco amigable, y el mejor legado para nuestras generaciones futuras.

Juan Antonio Falcón Blasco es miembro del al Consejo Aragonés del Movimiento Europeo

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión