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Pajaritos, ratitas y grabaciones indiscretas

El salon de plenos, al completo este jueves en el Ayuntamiento de Zaragoza
El salon de plenos, al completo este jueves en el Ayuntamiento de Zaragoza
EP

La nueva política suspende en las formas y en el fondo. Es difícil conectar con la ciudadanía cuando se buscan mensajes efectistas, nada efectivos, en los que la anécdota se antepone al dato y desvía la atención de lo que realmente está pasando; que es mucho, unas veces bueno y otras no tanto. Ocurrió el viernes en el Casco Histórico de Zaragoza, en una zona con graves problemas de seguridad que requeriría un trato preferencial de las instituciones. De todas. Porque lo que pasa a escasos metros del edificio Pignatelli debería ser un motivo de preocupación para todos.

Más que del plan municipal para recuperar el barrio se avivó la discusión política con ratitas y pajaritos, unas horas antes de que muy cerca allí, en Boggiero, muriera asesinada Mariana en un edificio abandonado.

Durante una hora conversaron ayer los portavoces del Ayuntamiento de Zaragoza sobre los contenidos y los modos. No gustó que a algunos concejales les sacaran los colores en una televisión nacional al mostrar una grabación donde hablaban entre ellos o por teléfono mientras una científica del CSIC les hablaba del cambio climático.

Es cierto que los plenos municipales pueden ser muy densos. Llegan, en los días intensos, a ocho horas de debate, las mismas que pasa cualquier zaragozano en su puesto de trabajo. Tan verdad es como que hay ciudadanos que van a exponer sus problemas y salen de la sesión desencantados. Se van con la impresión, a veces certera, de que algunos no les hacen ni caso en una estrategia que aviva la desafección política a límites insospechados.

Es positivo, al menos de vez en cuando, pisar el balón y analizar qué parte de culpa tiene cada uno en lo que está pasando. Porque la crispación no se azuza sola y la polarización va a más porque a ninguno le interesa que vaya a menos en esta precampaña electoral eterna.

Los portavoces hablaron, hablaron, pero nada acordaron. Y eso que la solución era sencilla: sentido común, cortesía y más empatía. Es lo mínimo que se merecen los que les votaron, y los que no lo hicieron, cuando van al pleno a relatar los problemas que están atravesando.

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