Un loro llamado Nelson

Un loro llamado Nelson
Un loro llamado Nelson
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Tengo un loro que vive dentro de mi cabeza desde que era niña. El loro de 'La isla del tesoro' se llamaba Capitán Flint. A mi loro lo quise llamar Almirante Nelson, pero se quedó con Nelson a secas. A veces sale de su encierro y se posa en mi hombro. 

Me canta trocitos de canciones antiguas que había olvidado. De la zarzuela 'Los Gavilanes' solo sabe decir “mi aldea, mi aldea, mi aldea”, como si estuviese dando la entrada para seguir con “cuánto el alma se recrea al volverte a contemplar”. Cada mes de mayo se acuerda del Cumpleaños Feliz y se lo agradezco. Si se pone a cantar “María Cristina me quiere gobernar” lo vuelvo a encerrar en mi cabeza. Es cierto que se me da mal obedecer y que tengo, como muchas personas de baja estatura, cierta tendencia a “mandurrutear”. Para ofenderme, un hombre malvado me dijo una vez que me creía mariscala de campo cuando solo era un soldado raso. Lo de mariscala de campo, por otro lado, ahora hasta me hace gracia, me recuerda a la madre del Barón Rampante observando con un catalejo los movimientos de sus súbditos entre la espesura del bosque. Tendría que ir al psicólogo, ya sé. Pero no le haría ningún caso porque lo vería tan sudoroso e inseguro como yo. No tengo arreglo, ya sé. Pero así se va pasando la vida, con sus chapuzas o auto engaños. Y aunque no me haga ya tanta ilusión, voy cumpliendo primaveras. No me queda más remedio por tanto que seguir soportando a Nelson, que no es un animal de compañía, ni un amigo imaginario, tampoco dice palabrotas como Charlie, el loro de Winston Churchill, ni está disecado como el loro de Flaubert. Es un loro verde bastante impertinente y tan indisciplinado como su dueña.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos por Cristina Grande en HERALDO)

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