Las damas del pelo blanco

Las damas del pelo blanco
Las damas del pelo blanco
Heraldo

Fundaron una asociación que partió de Greenpeace en agosto de 2016. Eran 150 y en la actualidad llegan a las 2.600 socias, todas mujeres y todas mayores de 64 años. Muy pocas personas las tomaron en serio, tampoco los tribunales de su país. 

Se preguntaban: ¿Dónde iban estas señoras, con una edad media de 73 años, reclamando ante la Justicia que su país no estaba adoptando las medidas suficientes para cumplir con el Acuerdo de París contra el cambio climático?

Denunciaron al Estado suizo por no adoptar las políticas climáticas necesarias para proteger su salud. Intentaron ridiculizarlas por ser mujeres mayores. Fueron groseros con ellas, pues les decían que se fueran a dormir, a tejer... Todo cambió cuando el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), con sede en Estrasburgo, les dio la razón al determinar que el gobierno suizo incumple sus propios objetivos de reducción de emisiones de efecto invernadero, porque no ha actuado "de manera oportuna y adecuada para concebir, redactar y aplicar la legislación y las medidas pertinentes".

Es un claro ejemplo de cómo la lucha por la democracia lo es también por la autonomía de cada uno de sus espacios

Su victoria ha sido no sólo para ellas, mujeres mayores, sino también para el planeta. Han conseguido que se considere la protección del clima como un derecho humano. Es un claro ejemplo de cómo la lucha por la democracia lo es también por la autonomía de cada uno de sus espacios: el de las instituciones, el de la ciudadanía, el de los medios de comunicación. Son nuestros derechos básicos, nuestros derechos democráticos, la posibilidad de ir por la vía política y la posibilidad de demandar. Ellas piensan que no pueden decir a los políticos "lo que tienen qué hacer", pero esperan ser "como una bola de nieve que sigue y sigue".

Creo que la sentencia es ejemplo de la solidaridad geográfica. Un país rico, Suiza, deberá ponerse las pilas para dar ejemplo. Nos encontramos ante una importante lucha de nuestro tiempo: la batalla por el universalismo, los derechos humanos y las instituciones de gobernanza global que los protegen. Las ‘damas de pelo blanco’, como las ha calificado la prensa europea, nos han marcado un camino.

Son nuestros derechos básicos, nuestros derechos democráticos, la posibilidad de ir por la vía política y la posibilidad de demandar

Como también lo hicieron otras mujeres. Su pelo no era blanco, lo era el pañuelo que llevaban en su cabeza. Eran también pocas, catorce mujeres. El 30 de abril de 1977 se presentaron en la plaza de Mayo en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, frente a la llamada Casa Rosada, sede del poder ejecutivo de aquel país. El objetivo de estas mujeres era expresar su indignación y exigir la verdad sobre el paradero de sus hijos e hijas, desaparecidas por agentes del Estado. "La única lucha que se pierde es la que se abandona", dice una de sus consignas más famosas. Firmes, constantes y combativas, las abuelas de la plaza de Mayo trazaron un camino de lucha por los derechos humanos en su país con repercusiones internacionales. Su pañuelo blanco es ya una bandera del pueblo para defender la memoria, la verdad y la justicia.

Mujeres de pelo blanco y de pañuelo blanco son un ejemplo de coraje para defender nuestros derechos. Ellas han trazado una línea con otras generaciones de mujeres desde un feminismo que cambia y progresa, pero que va unido a una profunda conciencia democrática y ciudadana. Nos han recordado todo lo aprendido de nuestras abuelas, pues no solo han sido fuente de sabiduría, conocimientos y experiencias, sino que a menudo han marcado nuestra vida y forman parte de nuestra identidad.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos por Pilar de la Vega en HERALDO)

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