Tren para una España

Pasajeros afectados por el corte de la línea de alta velocidad Madrid-Barcelona esperan en la estación de Delicias de Zaragoza
Tren para una España
Guillermo Mestre

Es una pena, pero innegable, que exista una desconexión de la clase política respecto a las necesidades y posibilidades de aquello de la mayoría social. El último ejemplo lo está dando el ministro Óscar Puente, incapaz de gestionar con discreción las desavenencias del Gobierno con las compañías privadas de tren y, en especial, con Ouigo.

El primer ejemplo de desconexión lo abrió Íñigo Errejón, que el otro día quiso hablar en catalán en el Congreso hasta que tuvo que conjugar y volvió al castellano; y algo parecido, el ridículo por desconocimiento, lo acusó hace años cuando alegremente defendía el pago de tasas por circular por autovías o que las familias, para ser verdes, viajaran mejor en tren. En ello está ahora Óscar Puente, preocupado por hacer la red ferroviaria nacional sostenible no para el usuario sino para su empresa: Renfe.

"Los precios van a subir indefectiblemente", ha dicho. No debe saber el ministro que venimos de unos precios donde el AVE era prohibitivo para esa "mayoría social" a la que su Ejecutivo dice defender.

Puente ampara esta guerra en una defensa de Renfe, que por lo visto vendría a ser la defensa del tren español; sin embargo, y ha pasado otras veces, el ministro olvida que los modelos públicos no son una carta blanca por el mero hecho de pertenecer al Estado.

¿Respondían las tarifas de Renfe a las posibilidades de la mayoría de los ciudadanos? Los nuevos operadores han establecido en España una competencia que ha permitido que muchos viajemos en tren sin pagar barbaridades, pero lejana a esa suerte de ‘regalo’ que se está vendiendo desde el Ministerio de Transportes: todas las tarifas de fin de semana en la línea Barcelona-Zaragoza-Madrid son tremendas y en Renfe, por un Madrid-Calatayud en Alvia, pagué casi 40 euros.

La anemia de la defensa social del Estado empieza por cuestiones como ésta, donde se pretende salvar lo ‘de todos’ aunque ello no responda a lo que necesitamos. Una cerrazón estatista que es, en realidad, lo que ensalza a iniciativas privadas que responden a una necesidad sin retórica.

Juanma Fernández es periodista

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos por Juanma Fernández en HERALDO)

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