Hacerse escuchar

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Hacerse escuchar
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Entre las miles o millones de personas que se enfadan mientras ven el telediario y piensan que lo harían mucho mejor que los políticos que aparecen en pantalla, es muy posible que haya unas cuantas que realmente serían capaces de superar su gestión. 

Por desgracia, lo más probable es que nunca tengan oportunidad de poner en práctica sus soluciones, porque ‘nadie’ las conoce, al margen de su entorno directo. Como el sonido que generan los árboles al caer cuando no hay nadie alrededor, estas personas existen, pero el mundo no es consciente de ello, por lo que nunca les pedirán ayuda. Aquello que no es percibido, no existe en términos prácticos, como apuntó el filósofo irlandés George Berkely y saben bien los publicistas, o los enamorados que intentan en vano que la otra parte repare en ellos.

En la era de las redes sociales, donde se nos anima a convertirnos en nuestros propios anunciantes, en una competición global, esto resulta evidente; sin embargo, igual que otras tantas cosas, lo nuevo no deja de resultar viejo. La vida del comerciante Hapu se ha perdido en la oscuridad de la historia, no obstante, gracias a un papiro publicitario de hace más de 4.000 años, sabemos que en su taller de Tebas "se tejían las más hermosas telas al gusto de cada uno". Un viajero del tiempo sabría dónde comprar, si nos fiamos de su palabra. Pompeya, por su parte, conserva entre sus ruinas muchos rótulos electorales. En concreto, el último hallado se encontró inscrito en una panadería, lo que sugiere que el candidato, Aulus Rustius Verus, buscaba cambiar votos por panes, siguiendo la conocida locución latina de ‘panem et circenses’, pan y circo.

Tanto en el mercado económico como en el político es imposible tener éxito o incluso hacerse un hueco sin darse a conocer

Los ejemplos de Hapu y Aulus Rustius nos muestran no solo la presencia de los medios de promoción en la Antigüedad, sino el acceso limitado de los mismos. Que estos dos testimonios hayan sobrevivido al paso de los siglos es fruto del azar. La lava del Vesubio podría haber borrado el mensaje político, o el pergamino haberse perdido o destruido (de hecho, actualmente no se sabe donde se halla, y hay quienes cuestionan incluso que sea real). Empero, que llegaran a existir ambos reclamos no es casual. Hapu o Aulus tenían dinero para pagarlos, otros coetáneos suyos no.

Si bien todavía queda espacio para la suerte o la habilidad, quien dispone de más recursos cuenta con una clara ventaja para darse a conocer. En comunidades pequeñas, para visibilizarse basta con alzar la voz, literalmente, pero conforme crece el tamaño del grupo, más ayuda externa se precisa para hacerse notar. En especial, cuando se tratan de mercados relativamente asentados, sean comerciales o políticos, donde los arboles ya crecidos limitan la posibilidad de que surjan otros nuevos, al tapar con sus ramas la luz del sol.

Para conseguir que le escuchen a uno pueden servir de ayuda la habilidad o la estrategia, pero resulta mucho más fácil si se tiene dinero

Políticamente, desde la crisis económica de 2008, hemos experimentado un intenso proceso de renovación partidista a escala mundial que podría poner en cuestión estas afirmaciones; sin embargo, si se observa su desarrollo, lejos de rebatirlas, las confirma. Solo en una situación extrema se crearon las condiciones que dieron pie a la entrada de agentes políticos nuevos destacados, y una vez dentro los que se han consolidado han pasado a ejercer un papel de bloqueo frente a posibles aspirantes, similar al de las fuerzas a las que desplazaron. En otros casos, tras unos años de zozobra, los partidos clásicos han recobrado en buena medida la preeminencia que ostentaban, sirviéndose precisamente de esa notoriedad y cimientos previos.

De cara a las próximas elecciones autonómicas, una de las bazas clave de varios partidos ha sido conseguir que otros más grandes hablen de ellos, incluso si es para mal, ampliando el alcance de sus mensajes más allá de lo que hubieran logrado con sus propios medios. Los resultados de esta maniobra de judo están aún por ver, pero las encuestas apuntan a que estarían extrayendo rendimiento de ella. Considerando esto, en lo que queda de campaña, los partidos deberán tener cuidado, por su interés, de no prestar a otro el micrófono

Gonzalo Castro Marquina, jurista

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos por Gonzalo Castro Marquina en HERALDO)

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