Tabernas
Tabernas
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Sentarse en la tasca de Antonio Sánchez es hacer un viaje en el tiempo al Madrid castizo y reencontrarse también con sus gentes de posguerra, que Antonio Díaz Cañabate quiso retratar en las páginas de su ‘Historia de una taberna’. 

Fue regentada por un torero del mismo nombre, a quien dio la alternativa Ignacio Sánchez Mejías, muerto en la arena a las cinco de la tarde, como todo lector de Lorca recordará. En 1927, Antonio Sánchez sufrió una cornada que lo postró en cama por una temporada. Y empezó a pintar. En su local reunió a artistas como Sorolla o Ignacio Zuloaga, que expuso en los muros de la taberna. Entre esas paredes recubiertas de madera, con soberbias testas de toro disecadas, también se dieron cita Pío Baroja, Gloria Fuertes y Cela.

A él, y a la bodega de Antonio Sánchez, volví después de ojear la última novela de Diego Trelles. ‘La lealtad de los caníbales’ es el retrato de una sociedad afligida, algunos de cuyos personajes, a los que la fatalidad empuja a huir y devorarse, se cruzan en un bar del centro de Lima en el que su dueño, el chino Tito, lee cuanto puede. Ofrece testimonio de vidas cotidianas, tocadas por el infortunio, y de una coyuntura histórica en la que se entretejen con destreza voces variopintas. En la ficción y en la realidad, casi en cualquier momento, ese lugar de encuentro tan propio de nuestra cultura es testigo y alivio de los contextos más diversos. Sus jugos y sus aires clementes alivian circunstancias ásperas y sosiegan en tiempos recios, ya sea con una torrija mojada en licor o con un buen libro.

Almudena Vidorreta es profesora y escritora

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos por Almudena Vidorreta en HERALDO)

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