Las lluvias de la borrasca Nelson, aunque sean bienvenidas por su aportación a las reservas hídricas, han condicionado negativamente, en Aragón y por toda España, el transcurso de la Semana Santa, tanto en el aspecto de las celebraciones religiosas y tradicionales como en el de los viajes y la actividad turística.

En este segundo capítulo, queda ahora por delante una semana de vacaciones escolares que algunas familias podrán aprovechar pero que para otras supondrá un desafío de conciliación.

Los miles de personas que con su participación y su esfuerzo dan vida a las celebraciones en la calle de estos días han pasado la semana mirando al cielo, muchas veces con angustia, pendientes del tiempo. Al final, la lluvia, aunque dio tregua algunos días, ha frustrado muchas de las procesiones, entre ellas la más importante y característica de Zaragoza, la del Santo Entierro. Es una pena que la espectacularidad de las múltiples ‘semanas santas’ aragonesas no haya podido desplegarse en todo su esplendor, pero la meteorología tiene sus imponderables. Y lo mismo ha ocurrido en muchas ciudades españolas. El mal tiempo ha rebajado también las expectativas del sector turístico, que en general no ha registrado los datos de afluencia de visitantes previstos inicialmente. Aunque al menos la abundancia de nieve ha permitido prolongar la apertura de las estaciones de esquí. Ahora, las familias aragonesas tienen que organizarse para ‘cubrir’ una semana más de vacaciones escolares, sin el punto de apoyo de ningún festivo laboral. Para algunos puede ser una oportunidad de estirar los días de descanso y ocio, quizá aprovechando la nieve, pero muchos hogares pueden tener problemas para atender a los niños pequeños mientras los padres vuelven al trabajo. El calendario escolar no facilita en este caso la conciliación.