El Mesón de la Dolores

Foto de Calatayud
El Mesón de la Dolores
Laura Uranga

La otra noche cenamos en el Mesón de la Dolores de Calatayud. Entrar en ese mesón es como volver al siglo XIX y el doctor Manuel Micheto se encargó de que nos prepararan los genuinos garbanzos con congrio bilbilitanos. 

El retrato de Jorge Gay de una imaginaria Dolores, que le vi pintar hace años en su estudio y que está colgado en la amplia sala del segundo piso, es sencillamente fantástico, así como algunas pintadas en las paredes que se conservan de la antigua posada: "Ruego a todos los parroquianos se rrespeten sus prendas los unos a los otros. Hay vijilancia comstante" (sic).

Desapareció ya la casa aledaña donde nació el poeta costumbrista Sixto Celorrio y con ella la lápida que lo recordaba. Tengo un álbum con las fotos originales de Rodero del día en que se colocó esa lápida en 1925. Asistió al acto toda la corporación municipal, con banda y chistera, precedida de los maceros. Lo compré en el rastro de la Plaza de Toros hace casi cuarenta años, después de una dura y larga negociación. Espero que la lápida esté bien guardada tras el derribo de la casa y que, cuando se levante una nueva edificación sobre ese solar, vuelva a colocarse para recordar al gran Sixto Celorrio, uno de los hombres que mejores cantas de jota escribió. Algunas de ellas las recogió en su colección de cantares ‘Paella aragonesa’ publicada en 1901 por la Librería de Agustín Allué (que su nieto Óscar Azorín mantuvo abierta hasta 2015), en la que aparece la insuperable: "Me puse a llorar mis penas / a la sombra de un manzano; / no quise ponerme al sol / porque era pleno verano". A ver quién supera eso.

José Luis Melero es miembro de la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis

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