Por
  • Elena Marcén Guillén

Mujeres artistas: de invitadas a maestras

Mujeres artistas: de invitadas a maestras
Mujeres artistas: de invitadas a maestras
M. STUDIO

Hace unas semanas, se clausuró en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid la exposición ‘Maestras’, comisariada por Rocío de la Villa. Según la exposición de motivos, la muestra se enmarca en el "proceso de redefinición feminista" en el que se encuentra inmerso el museo.

Con obras de Artemisia Gentileschi, Clara Peeters, Angelica Kauffmann, Rosa Bonheur, Berthe Morisot o Maruja Mallo, por citar solo algunas de las más conocidas, esta nueva exposición (después de otras como ‘Invitadas’, Museo del Prado, 2020-2021) se sitúa en una tendencia que, desde el ámbito museológico, se ha propuesto en las últimas décadas replantear los relatos tradicionales de la historia del arte y dar cabida a aquellos sectores que han sido históricamente silenciados por el discurso del poder (entre ellos, las mujeres).

‘Maestras’ retoma el planteamiento de una exposición que se considera paradigmática en el ámbito de los estudios de género, ‘Mujeres artistas, 1550-1950’, comisariada por Linda Nochlin y Ann Sutherland-Harris en Los Ángeles. En 1976, estas investigadoras pusieron ya sobre la mesa la necesidad de reescribir ese relato canónico y hacer visible el borrado sistemático al que habían sido sometidas las artistas en la historia del arte. Muchas de esas mujeres artistas recuperadas de los depósitos de los museos estaban presentes en ‘Maestras’, que se articulaba en ocho ámbitos en los que se exploraban temas como la sororidad, las nuevas maternidades, los trabajos y los cuidados, o la emancipación.

Y resulta que, casi cincuenta años después, hay que seguir demostrando que las mujeres artistas sí que estaban, allí donde se las pensaba anecdóticas; una excepción, casi una rareza. Y que su calidad era equiparable a todos los efectos a la de sus colegas masculinos, aunque su acceso a la formación artística fuera mucho más restringido. Aspectos todos ellos que han sido suficientemente demostrados por las investigaciones de la citada Nochlin, Rozsika Parker o Griselda Pollock en el ámbito anglosajón, y Estrella de Diego o Concha Lomba, entre otras muchas, en el español. Voces que reclaman una revisión de la narrativa tradicional, un análisis crítico del discurso de la historia del arte que desentrañe los mecanismos de dominación y de construcción de los relatos, para terminar con esa idea de que lo que nos han contado es el cien por cien de la historia.

Los museos están revisando, y es de justicia que lo hagan, el discurso tradicional de la historia del arte,
que ha excluido siempre la aportación de las mujeres

No faltan, por otro lado, las críticas a esta revisión. Más allá de la solidez de sus argumentos, cabe cuestionarse si la oposición no viene precisamente de aquellos que se han visto más beneficiados por un sistema en el que encajaban. Y podríamos preguntarnos si no es acaso una cuestión de justicia revisar cómo se ha construido la historia del arte y quién se aprovechaba de este discurso. Por otro lado, parece que ‘Maestras’ (como lo fue ‘Invitadas’) ha sido un éxito de público, lo que demuestra –al margen de la indudable influencia de otros condicionantes como la moda de las exposiciones mediáticas de los grandes museos– el interés por estos nuevos relatos.

Lo cierto es que no basta con incluir obra de mujeres artistas en los museos (aunque es un buen comienzo); hay que acometer una reforma más profunda que ponga en cuestión los propios mimbres de la historia del arte y proponga nuevos relatos. En ese camino nos encontramos. Dentro de unos años, con más tiempo y sosiego, quizá podamos poner en perspectiva estos movimientos y valorarlos con más ecuanimidad. De momento, aprovechemos, revisemos, discutamos. Es lo justo.

Elena Marcén Guillén es doctora en Historia del Arte y profesora en la Universidad Complutense de Madrid

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