La naturaleza en su confín

Joe Biden, presidente de Estados Unidos, en la Asociación Nacional de Condados en Washington.
Joe Biden, presidente de Estados Unidos.
EFE

Fue Victor Hugo el que dijo que la vejez es un naufragio. No obstante, hay quien consigue mantenerse firme al timón y navegar por ella con destreza. A menudo esas singladuras ocultan méritos insospechados, capaces de asegurar la flotación pese a las vías de agua que van surgiendo. 

Y, por otro lado, es la vida misma la que nos expone a los naufragios sin que la edad sea determinante para ello. El problema de Joe Biden, que tiene 81 años, es que es un náufrago que muestra sus despistes y tropiezos, en medio del alborozo mediático y la burla fácil, ante el mundo entero. No se puede escapar de eso cuando uno es presidente de los Estados Unidos y no un señor que echa migas de pan a las palomas en el parque.

Antiguamente el poder se desenvolvía entre oscuridades y distancias que, si hoy no se han desterrado, sí se han transformado. Sin el constante escrutinio público, hubo reyes enfermos y discapacitados, y aun locos, que mantuvieron sus títulos, casi siempre en beneficio de quienes les rodeaban. E incluso hubo quien alcanzó las más altas magistraturas gracias precisamente a su aparente debilidad, como es el caso bien conocido del emperador romano Claudio.

La imagen amenazante del poder, tan vinculada al vigor, también puede moderarse con la vejez. Pero es solo una posibilidad, y ahí está Donald Trump para demostrarlo. En EE. UU., donde la Constitución solo limita la edad mínima para ser presidente (35 años), el Partido Demócrata ha acabado, en buena parte por desidia, en un atolladero que si nada lo remedia se trasladará a todo el país en las elecciones de noviembre. Aunque tenga la ventaja de salir de candidato desde la Casa Blanca, es un clamor que Joe Biden resulta un aspirante demasiado débil para afrontar cuatro años más de mandato.

Fijar los límites que afectan al tiempo propio puede desembocar en pesadumbre. Pero Biden, como todos, siempre puede recurrir a Shakespeare y escuchar las palabras de Regania a su padre, el rey Lear: "¡Señor! Sois anciano; la naturaleza en vos bordea el límite de su confín, deberíais ser guiado y dirigido con la prudencia del que comprende vuestro estado mejor que vos".

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos por Alejandro E. Orús en HERALDO)

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