Por
  • Inocencio F. Arias

Trump, el bocazas que es nuestro problema

Trump, el bocazas que es nuestro problema
Trump, el bocazas que es nuestro problema
Pixabay

El candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, cabalga de nuevo lanzando exabruptos que deberían poner los pelos de punta a los aliados de aquella gran potencia, entre los que nos encontramos los españoles. 

Por nuestros pagos, se le ha ridiculizado cuando ha soltado que puede que no haga caso de las obligaciones que impone el Tratado de la OTAN y ha dado a entender, toscamente, que le importa un pimiento que Putin ataque a aquellos aliados de Estados Unidos que se han convertido en gorrones. Hay mofa abundante y se le trata de descerebrado.

Ahora bien, se olvida que ese descerebrado lenguaraz e inelegante puede ser de nuevo presidente de Estados Unidos, algo que nos afecta. Y, casi más importante aún, que las aceradas puyas de Trump a los europeos son compartidas por un número creciente de sus compatriotas.

Empecemos con las elecciones. Hoy, a escasos nueve meses de la cita electoral americana, todas las encuestas dan vencedor a Trump sobre Biden, por poco o por amplio margen, pero todas. Las casas de apuestas auguran, sobre todo después del informe de un fiscal que sostiene rotundamente que el actual presidente tiene chocantes lapsus cognitivos, que Trump volverá a la Casa Blanca. Aquí es preciso recordar que los que votan en esas elecciones son los estadounidenses no la gente de Valencia, Burdeos, Milán o Múnich. Mal que nos pese esto es así. Los europeos que depositan esperanzas en el Tribunal Supremo americano para descalificar a Trump por su supuesta o real intervención en la algarada golpista de hace tres años son tan voluntaristas como los que sostienen aquí que el Constitucional de Pumpido tirará patas arriba la Ley de Amnistía de Sánchez. Vana ilusión en ambos casos.

El Tribunal Supremo de Estados Unidos está compuesto por nueve magistrados, seis, en principio, conservadores, tres de los cuales nombrados por Trump, y tres considerados progresistas. Tiene que pronunciarse sobre si Colorado, Maine u otro estado tienen competencia para decidir que Trump no puede presentarse en su territorio por las acusaciones de golpismo de las que es objeto. Colorado se acoge al párrafo 3 de la Enmienda constitucional XIV, que prohíbe ocupar cargos federales a quienes hayan participado en una insurrección o rebelión.

Donald Trump ha amenazado con no defender frente a una agresión rusa a aquellos países de la OTAN que no dediquen suficiente dinero a gastos de defensa

Los ‘nine old men’ (los nueve viejos) del Supremo decidirán seguramente que esa disposición se refiere a otros cargos federales, pero no a la presidencia del país; o bien, que el precedente sería funesto porque otros estados podrían a su vez inhabilitar a Biden como candidato por esta o aquella irregularidad. Dos de los jueces progresistas, Elena Kagan y Ketanji Brown Jackson, han mostrado que consideran peligroso abrir ese melón. Visto lo cual la otra progresista, la hispana Sonia Sotomayor, tendría problemas para votar en contra de la mayoría. El presidente del Tribunal, John Glover Roberts, se esfuerza en lograr una decisión unánime que impida a los estados decidir algo que afecta a toda la nación.

Si se cierra la vía judicial, el futuro de Trump, de Estados Unidos y el nuestro está en las urnas. Y estas, en este momento, no pintan bien para Biden, el candidato de la opinión pública europea y sobre todo de la ucraniana, que teme que la vuelta de Trump le cierre el grifo de la ayuda occidental. Trump hará sangre con la cuestión migratoria argumentando que los inmigrantes ilegales se han multiplicado por cuatro en estos tres años aprovechando la actitud ‘buenista’ del gobierno Biden.

Putin ya ha anunciado, en la pedante entrevista-monólogo que concedió a Tucker Carlson, que la existencia de Ucrania es una entelequia y que el conflicto debe solucionarse en conversaciones directas entre Estados Unidos y Rusia. Sin la ONU y, tiene bemoles, sin Ucrania. El ruso se muere por tener como interlocutor a Trump, situación claramente inquietante para el país invadido y para toda Europa. Reitero que el talante aislacionista trumpiano y la consideración de los europeos como ‘aprovechados’ chupando siempre de Washington cuando hay un conflicto militar son reflexiones que han calado en bastantes votantes estadounidenses.

Como conclusión: Trump es un bocazas ególatra e impulsivo que ha mostrado una insolidaridad impropia del líder del mundo occidental, "una cosa de lo más irresponsable" según la candidata Haley, pero hay que preguntarse si en el fondo de su rabieta hay alguna base no baladí. Y la hay. Hace unos catorce años los países de la OTAN se comprometieron a gastar en seguridad el 2% de su producto interior bruto. Sólo tres o cuatro lo cumplían entonces, mientras que Washington gasta más del 4%. La invasión rusa de Ucrania ha despertado a algunos aliados europeos y ahora, ¡gran proeza!, ya hay once de los treinta y un integrantes de la OTAN que hacen los deberes económicos. Pero aún hay diecinueve que no. Les será fácil adivinar qué país está entre los tres últimos de esos diecinueve: la ejemplar España. Es decir, que el votante que oiga a Trump se empapará de que dos tercios de los países de la OTAN aún no cumplen lo acordado, y de que España es campeona de lo que ellos consideran ‘gorroneo’. Y sacará conclusiones.

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