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  • José M. de Areilza

Perder por dos guerras

Perder por dos guerras
Perder por dos guerras
Pixabay

Joe Biden ha empezado el año nuevo con la sensación de que sus compatriotas no reconocen todo lo que ha hecho en su primer mandato. La economía crece, la inflación por fin se ha controlado, hay pleno empleo y la bolsa sube. 

A pesar de la enorme polarización política, el presidente ha impulsado legislación muy ambiciosa para atraer a las mejores empresas del mundo a Estados Unidos y competir con ventaja frente a China. Su país está ganando la carrera de la inteligencia artificial y sigue teniendo las mejores universidades y centros de investigación. Pero el electorado hubiera preferido que Biden no se presentara a la reelección. La mayoría de los votantes considera que no tiene la salud y la energía que requieren el puesto.

Contra esta sensación de debilidad, el candidato demócrata puede hacer poco, a no ser que imite a Vladímir Putin, del que se rumorea que tiene un par de dobles en muy buen estado, o que funcione el miedo al regreso de Trump. Pero hay un factor exterior que puede hundir a Biden y ante el que sí puede actuar, su apoyo a Ucrania e Israel. La política exterior, se dice, no hace ganar elecciones, pero sí perderlas. Washington debe seguir respaldando a sus aliados en Kiev y Tel Aviv que combaten la tiranía y el terrorismo. Pero la manera de hacerlo y de explicarlo a su ciudadanía es crucial.

Los republicanos se han cansado de financiar al Gobierno de Zelenski. Trump ha anunciado que si gana llegaría a un acuerdo con Putin en veinticuatro horas para parar la guerra. Sin embargo, el desenlace de esta invasión influirá mucho en las aspiraciones de Xi Jinping de ocupar Taiwán y pisar más fuerte en política internacional. Biden debe desgranar este argumento global ante los republicanos, siempre dispuestos a frenar el ascenso chino.

La política exterior no hace ganar elecciones, pero sí perderlas. Biden debe seguir respaldando a Kiev y Tel Aviv, pero la manera de explicarlo a su ciudadanía es crucial

En el conflicto de Gaza, la Casa Blanca es consciente de que no puede ofrecer por mucho más tiempo una ayuda incondicional a Benjamín Netanyahu, que necesita una guerra larga y no se sujeta al derecho internacional humanitario. En su huida hacia adelante, podría extender el conflicto al Líbano, una escalada regional que nadie sabe cómo terminaría.

Biden está perdiendo el respaldo de miles de votantes jóvenes por su cercanía al cuestionado político israelí y tiene los medios para presionarle sin dejar de mostrar su apoyo a un aliado. Como ha escrito Michael Ignatieff, los objetivos estratégicos de Israel se conseguirán de modo más eficaz si actúa dentro del derecho internacional, en vez de buscar una venganza temeraria contra Hamás.

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