El acoso mata

El acoso mata
El acoso mata
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Dice alguna persona que aun sigue en la realidad que hay buen ambiente letal. Shok, gun, bang. Ya nadie se cree el Big Bang como origen del universo: era un cuento para niños que cogió vuelo e hizo fortuna en USA, luego se reimportó por la vía del videoclub pero cuando salió internet ya no hubo forma de mantener ese mito del punto inicial que estalla y hasta aquí ha llegado la onda explosiva, qué guay. 

Lo del Big Bang no se enseña en primaria. En la ESO los niños ya saben que nunca pisamos a la luna y pronto sabrán que la tierra es plana. El acoso escolar parece, por las cifras, que va en aumento. Como el porcentaje de sicópatas congénitos no ha aumentado que se sepa, hay que convenir que los nuevos acosadores no vienen todos con la sicopatía de serie sino que la aprenden. No es fácil ser malvado y machacar a los demás: hay que hacer un esfuerzo, y que el clima social acompañe. Pasa lo mismo en los trabajos, hay maltratadores laborales que son sicópatas de serie, y otros que lo hacen por afición, odio, resquemor o causas desconocidas. Las revisiones médicas laborales no pueden detectar la posible sicopatía de los empleados –y menos la de los jefes–, cuando debería ser el primer test (como en Blade Runner). Se investiga a tope para detectar precozmente muchas afecciones, pero ninguna se enfoca en la sicopatía, innata o adquirida, o el sadismo, cuando son las causantes de casi todas las enfermedades y del largo declive de la productividad. Si la media de sádicos y sicópatas con mando no decrece el país no puede prosperar. Ojo pues.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Mariano Gistaín)

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