Pronto alargarán los días –¡y los tranvías!– y parece increíble pero está todo aquí, este punto –>[·]<– contiene el universo completo, que ya es comprimir...

El punto, como dijo Euclides, ya es una línea, y de ahí lo demás, así como la humilde coma es el origen de la galaxia. Todo prieto en una célula, lo pequeño como lo grande, lo que es como lo que no es, lo que está como lo que no está.

Y pronto vendrán los Reyes Magos llenos de ilusiones, los Reyes traen ilusiones ya cumplidas desde el momento de escribir la carta, lo que se pide ya se recibió (si no, no se podría saber qué es), lo que se pide ya ha venido antes en otro formato.

Otro cantar son los objetos, cosas, átomos huecos que, al tacto, nos parecen sólidos, irrefutables como esta piedra que a ratos deja pasar la luz, cuarzo, alabastro y esta esmeralda, este rubí, rojo como sangre brillando en la espada, etc. Esta bisutería fabulosa de la geología y sus colores veteados, irisados, mensajes de remotos meteoritos, neutrinos gratis para todos.

Los Reyes ya saben qué vamos a pedir, por eso la logística de Oriente es infalible, porque tienen más perspectiva y el futuro es la raya que sale del punto en infinitas direcciones del pasado.

Todo es un milagro y verlo es otro, por eso va bien agradecer y pedir y celebrar, y por eso están los bares llenos y vacíos a la vez y las luces tienen su función para equilibrar las tinieblas y si levantas la vista verás tantas cosas brillando y, con suerte, según dónde y cuándo vivas, no serán bombas ni misiles sino bombillas led de Navidad.

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